Por María Isabel Sánchez
El socialdemócrata Bernardo Arévalo asumirá este domingo, 14 de enero, la presidencia de Guatemala tras meses de maniobras judiciales, pero el Congreso está entrampado en discusiones de última hora que han impedido la instalación de la nueva legislatura que debe juramentarlo.
Una comisión parlamentaria, integrada por los conservadores, revisa las credenciales de los nuevos 160 diputados, apuntando a los 23 del partido de Arévalo, Movimiento Semilla, suspendido temporalmente a petición de la Fiscalía, que lo acusa de irregularidades en su proceso de formación en 2017.
Esto ha aumentado la tensión y retrasado la instalación del nuevo Congreso, que deberá juramentar al sociólogo, exdiplomático y filósofo de 65 años, para un mandato de cuatro años, en sesión solemne en el Teatro Nacional, en el centro de la capital.
Algunos líderes alertan de la posibilidad de un golpe de estado en este momento en Guatemala. Cientos de personas han salido a la calles en respaldo al nuevo mandatario.
Arévalo, hijo del primer presidente democrático de Guatemala, pasó inesperadamente en junio a la segunda ronda presidencial con una candidata conservadora aliada del oficialismo, a quien venció cómodamente con un 60% de los votos por su mensaje anticorrupción.
Desde entonces, Arévalo y el Movimiento Semilla han sido blanco de una ofensiva judicial que denunció como un “golpe de Estado”, detrás del que estaría la élite política y económica que por décadas ha regido los destinos del país.
La Fiscalía intentó retirarle la inmunidad de presidente electo, desarticular su partido progresista y anular los comicios, argumentando que hubo anomalías electorales.
La embestida, basada en casos “espurios” según Arévalo, fue condenada por la ONU, la OEA, la Unión Europea y Estados Unidos, que sancionó a cientos de fiscales, jueces y diputados por “corrupción” y “socavar la democracia”.
Como muestra del respaldo, al traspaso de mando asisten el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, delegados de Washington, el rey de España, Felipe VI, y, entre otros, los presidentes de Colombia, Chile, Honduras y Panamá.
¿Podrá gobernar? -
A la espera de la investidura, cientos de indígenas marcharon por el centro de la capital en respaldo a Arévalo y en “defensa” de la democracia.
Arévalo sustituirá al derechista Alejandro Giammattei, quien ha sido vinculado al llamado “pacto de corruptos” y durante cuyo gobierno se exiliaron decenas de fiscales, jueces y periodistas que denunciaron actos de corrupción.
El futuro presidente de Guatemala reconoce que afrontará enormes desafíos pues las “élites político-criminales, al menos durante un tiempo, seguirán enquistadas” en poderes del Estado.
Arévalo le pedirá esta semana la renuncia a la fiscal general Consuelo Porras, a la cabeza de la ofensiva judicial, pero analistas no descartan que la Fiscalía continúe la persecución y solicite al Congreso retirarle la inmunidad de presidente.
“Estará bajo acoso permanente. Su mayor desafío es responder al deseo de la gente: no ser gobernada por el pacto de mafiosos. Tiene que desarticularlo para poder gobernar”, dijo a la AFP el analista Manfredo Marroquín.
En la plaza capitalina frente al Palacio Nacional, desde cuyo balcón el nuevo presidente saludará el domingo, Pedro Bernal, agricultor indígena de 45 años, comentó que “los corruptos no han querido soltar el poder porque no quieren que los fiscalicen ni ir a la cárcel”.
- “No está todo en sus manos” -
La Guatemala que Arévalo hereda ocupa el puesto 30 de 180 países en el ranking de corrupción de Transparencia Internacional y con 60% de sus 17,8 millones de habitantes en la pobreza, uno de los índices más altos de América Latina.
Decenas de miles emigran cada año a Estados Unidos en busca de trabajo y huyendo de la violencia de pandillas y narcos.
“No está todo en sus manos, no esperamos un cambio cien por ciento, pero que sí cumpla lo que ha dicho”, declaró Hellen Chua, universitaria de 18 años.
Para ello, nombró un gabinete de 14 ministros. Pero fue criticado por algunos seguidores por incluir figuras del sector privado o vinculadas con gobiernos pasados, y solo una indígena.
Hijo de Juan José Arévalo (presidente de 1945-1951), impulsor de reformas sociales, nació en Montevideo y vivió de niño en Venezuela, México y Chile, en el exilio de su padre tras el golpe de Estado orquestado por Washington en 1954 contra el progresista Jacobo Árbenz.
Arévalo es políglota y amante del ajedrez, padre de tres chicas y está casado con la médica Lucrecia Peinado, quien a su vez tiene tres hijos.
Con información de AFP