La actividad turística en Machu Picchu se vio afectada por una huelga convocada por pobladores contra el nuevo sistema adoptado por el gobierno peruano para la venta de entradas a la ciudadela inca más visitada en el mundo.
La protesta fue organizada por colectivos del distrito de Machu Picchu Pueblo, departamento de Cusco, en rechazo a la decisión del ministerio de Cultura de contratar a un intermediario privado para que gestione la venta en línea de los ingresos.
El llamado paro indefinido incluyó en su primer día marchas, el cierre de comercios y bloqueos en la vía del tren que conduce al complejo prehispánico que al año pueden visitar en promedio un millón de personas, entre peruanos y extranjeros.
“Nosotros estamos en contra de la privatización sistemática de Machu Picchu. El pueblo no está de acuerdo, esta empresa ha sido contratada de manera ilegal. Las organizaciones piden que se anule el contrato con la empresa Joinnus”, dijo a la AFP el exalcalde de Machu Picchu, Darwin Baca.
Al caer la tarde, la policía dispersó con gas lacrimógeno a un grupo de manifestantes que obstruía la vía férrea, según un reportero de la AFP. Las autoridades no han reportado heridos o detenidos. Sin embargo, en horas de la noche, se vio en redes sociales como varios manifestantes volvieron a hacer huelga.
Sin servicio de trenes
La concesionaria Ferrocarril Transandino anunció por la noche la suspensión de sus servicios para el viernes entre Ollantaytambo y Machu Picchu, debido a los enfrentamientos entre manifestantes y policía cerca de la estación de tren.
“Adoptamos esta medida en salvaguarda de pasajeros y trabajadores de los operadores ferroviarios y tras conocer la convocatoria a nuevas acciones de protesta por parte de las organizaciones sociales que acatan el paro indefinido en Machu Picchu”, indicó un comunicado de la empresa.
Los manifestantes, con banderas y pancartas en las que se lee “Machu Picchu no se privatiza, ni se alquila” o “Ministra de Cultura renuncia ya”, interrumpieron el paso del tren, lo que obligó a los viajeros a caminar unos tres kilómetros hasta la entrada de la ciudadela.
Además del tren, a la ciudadela se puede llegar a pie o acercarse en autobús.
No hay privatización
El ministerio de Cultura informó en redes sociales que la visita a Machu Picchu se desarrolló “con total normalidad” y que está dando “facilidades en los horarios de ingreso”.
Esa cartera dejó en manos de la empresa peruana Joinnus la venta por internet de los ingresos a Machu Picchu y la red de caminos incas, tras alegar problemas con su plataforma virtual.
Sin embargo, comerciantes y operadores turísticos se oponen al nuevo sistema, que comenzó a funcionar el sábado, por considerar que es el primer paso hacia la privatización del lugar.
El Colectivo Popular Machu Picchu denunció en un comunicado que Joinnus ganará hasta 12 millones de soles (unos 3,2 millones de dólares) al año en comisiones por la venta de los boletos.
“No hay privatización. Tenemos que asegurar un absoluto control de todas las personas que ingresan a nuestra ciudadela porque hay un tema de carga, de peso y si no controlamos eso vamos a tener consecuencias”, dijo la jefa de Asesores del Ministerio de Cultura, Ana Peña, en conferencia de prensa.
“Está en riesgo que Machu Picchu salga de la lista de Patrimonio de la Humanidad de Unesco. El exceso de los visitantes puede deteriorar el patrimonio”, agregó.
Perú cerró temporalmente en septiembre tres sectores de la ciudadela inca por el desgaste de sus elementos líticos debido al alto número de transeúntes, indicó entonces el ministerio.
La ciudadela recibe en promedio unos 4.500 visitantes por día. El gobierno reservó unos 1.000 boletos diarios para su venta directa en el Centro Cultural de Machu Picchu Pueblo.
Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1983, el complejo arqueológico, ubicado a 130 kilómetros de la ciudad de Cusco y a 2.438 metros de altura, fue construido en el siglo XV por orden del emperador inca Pachacútec (1438-1470).
Conocida como la “Ciudad perdida de los incas”, fue descubierta en 1911 por el explorador estadounidense Hiram Bingham.
Con información de AFP*