No me como el cuento, ese de que los Eln firman la paz en 2025, y mientras tanto pueden seguir extorsionando y secuestrando. Parece sacado de Ripley, mientras el Ejército Nacional queda prácticamente maniatado, con la obligación tácita de proteger al país de más violencia y confusión.

Creo que o yo soy un animal de bellota que no entiende nada, o lo que nos están vendiendo es la más tenebrosa de las mentiras. Y que jamás hemos estado tan lejos de lograr una paz decente. Nadie sabe qué va a suceder hasta que se llegue la ‘fecha’ de la firma, si es que llegamos al día señalado. Un Presidente no tiene derecho a afirmar semejante utopía.

Estamos viviendo uno de los momentos más erráticos de nuestra errática y sangrienta historia. Si no fuera tan amenazante todo, sería una buena serie de Netflix, de terror claro está. García Márquez tendría la oportunidad de escribir otra obra maestra, de realismo trágico.

¿Qué pretende realmente Gustavo Petro? ¿De balconazo en balconazo, de marcha en marcha, de amenazas y promesas, de cambios en su gabinete como si todos fueran muñecos desechables que se queden tirar a la basura, y Colombia fuera su escenario para jugar al titiritero o al mago de Oz? ¿O al sombrerero loco de Alicia en el País de las Maravillas, o el mago que saca el conejo del sombrero?

Los episodios que estamos viviendo no son para pasarlos en alto. Un suicido y asesinato que se quedarán en silencios cómplices y más mentiras; esa jovencita pretenciosa que se creyó intocable y la desaparecieron de un plumazo; las acusaciones del extravagante y bochornoso ex embajador (no lo nombro porque me da gafe); las acusaciones de la exactriz de Café que nos acusa a los periodistas de miserables; la polarización rabiosa ya no entre partidos políticos que ya no existen sino entre lo que ahora se titula ‘Pueblo y elite’. No sé en qué momento se deja de ser pueblo para ser elite odiada.

Se suben de sueldo los congresistas, sube la gasolina y la recomendación es “no gastar tanto”, crece el desempleo, Drogas La Rebaja se convierte en un laboratorio de vacunas y de remedios baratos por arte de Birlibirloque.

Se trata como trofeos de prensa y visitas presidenciales con camarógrafos incluidos a esos niños sobrevivientes, sin ningún respeto se tejen cada día noticias sobre ellos: que si la mamá no murió inmediatamente, que si el papá es un monstruo, que si los abuelos están gagá, que los quieren encerrar en hogar del Icbf.

Presidente: No se gobierna un país democrático a punta de amenazas ni de bravuconadas. Tampoco a punta de promesas de un cambio acelerado que enfrenta a la ciudadanía, la desorienta y la divide más. Usted es un hombre inteligente, pero se deja llevar por ese afán del micrófono y el Twitter, por sus emociones primarias, por su mesianismo.

Todavía hay tiempo de Gobernar, con G mayúscula. Las riendas las tiene, pero los caballos no son suyos; son más de cincuenta millones de ciudadanos, entre empresarios honestos, campesinos trabajadores, funcionarios, pequeños productores, artistas, escritores, jóvenes, profesionales, niños, ancianos, diferentes etnias. Un país privilegiado en mares, selvas, valles. Un país que creyó en sus palabras el 7 de agosto de 2022.

No quiero perder la fe en este cuatrienio. Pero tampoco comulgaré con ruedas de molino. No quiero más inseguridad, impunidad, violencia, mentiras. Unámonos todos para sacar a Colombia adelante y no seguir caminando a ciegas hacia ninguna parte. Los palos de ciego no sirven sino para crear más caos y confusión. Busque su norte, Capitán.