El Valle del Cauca es el tercer consumidor de energía de nuestro país, después de Bogotá y Antioquia. Sin embargo, solo produce el 44% de la energía que consume. Este déficit representa una gran oportunidad ahora que tanto se habla de la transición energética.

Colombia tiene una matriz energética muy enfocada en generación hidráulica. El 84% de la generación total del 2022 fue hídrica. Igualmente, para afrontar las sequías y evitar que la escasez de agua tenga nefastas consecuencias en la generación, se tiene la posibilidad de usar generación térmica. Si el país usara al máximo su generación térmica, esta podría generar hasta un 30% de la energía. La generación hídrica está concentrada en Antioquia y Cundinamarca, mientras la generación térmica se concentra en Santander y la costa Caribe.

A partir de la entrada de Hidroituango y los proyectos de generación eólica y solar en la costa Caribe, la matriz energética del país se continuará diversificando, aunque su distribución por departamentos no variará de manera significativa. Por el contrario, se continúa consolidando en los departamentos generadores. Esta realidad supone alta dependencia de la red de transmisión eléctrica que conecta los lugares de generación con aquellos de consumo.

Hace unos meses el Valle del Cauca, y en general el occidente del país vivió las consecuencias de tener una alta dependencia a una red exclusiva con bajos niveles de redundancia. La situación padecida con el corte del servicio de gas fue una señal de alerta. Por este motivo y aprovechando el cambio en el Ministerio de Minas y Energía, como región debemos volcarnos a explorar alternativas energéticas que permitan el autoabastecimiento o como mínimo disminuir la dependencia de la red nacional. Alternativas existen.

Un buen esfuerzo lo han realizado los ingenios, haciendo inversiones en sus calderas de tal forma que permitan la cogeneración de energía. Igualmente, se ve a lo largo del Valle del Cauca varios proyectos de granjas solares. También se evidencian otras iniciativas como la generación hídrica a filo de agua en los ríos de la vertiente pacífica de la cordillera occidental. Este tipo de proyectos al no requerir represamiento minimizan las consecuencias ambientales y, dado el altísimo régimen de lluvias de esta región, permiten generación constante con menores costos de inversión.

Adicionalmente, debemos desempolvar proyectos antiguos que tiene la CVC entre sus archivos que completaban el sistema de riego y embalses del valle geográfico del Río Cauca. Estos proyectos permiten generación eléctrica, pero a la vez regulan los caudales de los ríos afluentes del Cauca estabilizando el suministro de agua en la región. Otra ventaja de estas fuentes hídricas es la potabilización a bajos costos para abastecer la creciente demanda del líquido en ciudades como Cali y Jamundí.

Incluso cómo no contemplar la puesta en marcha de una termoeléctrica anexa a la futura planta desgasificadora en Buenaventura. Esperar a que un fenómeno del niño o una larga sequía en el suroccidente evidencie la dependencia del sistema interconectado es una apuesta que puede resultar muy costosa para nuestra región. Nos debemos anticipar, formular proyectos y buscar los capitales que permitan tener asegurada la generación eléctrica para el departamento. Que este cambio en el gabinete ojalá nos permita poner al Valle del Cauca en la agenda energética.