En la jerga de los financieros, 200 puntos básicos (p.b.) es lo que para el resto de los mortales es un 2%. Cualquiera sea la forma como lo quiera uno llamar, este es el monto en que la Junta del Banco de la República debería bajar la tasa de interés de política monetaria (TPM) en su próxima reunión de fin de mes.
Nadie se atrevería a afirmar hoy que el Banco no debe bajar su tasa. Lo que se discute es el tamaño y la velocidad de la reducción. De hecho, la mayoría de los analistas esperan una rebaja entre 50 a 75 p.b. Pero en las circunstancias actuales de la economía eso sería muy poco, por varias razones.
Primera, para empezar con el argumento que más le importa a la Junta del Banco, porque la inflación ha bajado mucho más rápido de lo esperado, mientras que la tasa de interés se ha quedado pegada del techo, de manera que hay bastante espacio para la reducción.
En efecto, la variación del IPC alcanzó un punto máximo de 13,3% en marzo del año pasado, y desde entonces inició un proceso descendente con disminuciones todos los meses; se espera que al final de este mes se ubique alrededor de 7,4%, es decir una caída de casi 600 p.b. (para hablar como los financieros) en 12 meses. Por su parte, el máximo de la tasa del Banco fue de 13,25% en mayo de 2023, y desde entonces la junta solo se ha movido dos veces para bajarla a 12,75%, es decir, solo 50 p.b.
Como consecuencia, hoy la diferencia entre la tasa de interés y la de inflación es de casi 5,5%, y sería aún más alta si se tomaran en cuenta las expectativas de inflación. Es una postura de política claramente contractiva -la más contractiva en lo que va corrido del siglo- que algunos podrían justificar aduciendo que la inflación está todavía por encima de la meta del Banco, que está en un rango entre 2% y 4%. Sin embargo, resulta excesiva si se toman en cuenta las tendencias de los precios y el estado de la economía.
Segunda, porque el país está en riesgo de caer en una recesión. Las mediciones de Bancolombia muestran que en este año el nivel de actividad económica completa dos meses consecutivos en terreno de contracción (-1,6% y -0,6%, respectivamente), con caída en sectores tan importantes como la construcción, el comercio, y la industria.
La política monetaria, es decir, la baja de la tasa de interés, es el principal instrumento de política macro disponible ahora para impulsar la reactivación económica. El otro instrumento, que es el gasto público, está muy limitado por el tamaño del déficit fiscal y el aumento de la deuda pública, de manera que a pesar de los llamados de los gremios a que el gobierno gaste más, no se podría hacer este año sin romper la regla fiscal.
Tercera, y no es menos importante, el alto nivel de las tasas de interés domésticas frente a las internacionales es un imán poderoso para la atracción de capitales golondrina que al aumentar la oferta de dólares están presionando a la revaluación de la tasa de cambio, que ya ha caído por debajo de $3900, lo que va a desestimular las exportaciones no tradicionales, agravando la caída de la producción.