El anuncio de Tulio Gómez de que entra a la carrera electoral por la alcaldía de Cali le inyecta más picante al soso proceso que vivimos por estos días. Siendo así solo quedaría por saber qué va a pasar con la colega Mabel Lara, a quien le siguen coqueteando para que lance su candidatura al primer cargo del Municipio.
Me dicen que Mabel es la carta que quiere jugarse el Pacto Histórico ante la ausencia de un aspirante fuerte, que aglutine masas en la ciudad. El problema es que a Mabel, los sectores radicales de izquierda no la perciben cercana a su movimiento y además no tiene la ‘ortodoxia’ que ellos exigen para representarlos.
En los pasillos políticos se menciona que tal vez la única posibilidad de que Mabel decida aspirar por el Pacto Histórico sería si el propio Presidente se lo pide. Mabel Lara sin duda sería una carta muy atractiva, es inteligente, reconocida, ha tomado posiciones y le pondría un ingrediente muy interesante a la carrera electoral. Ahora, no estoy seguro de que realmente quiera meterse en esta ‘locura electoral’, aunque ella ha sido hábil en el sentido de que ni lo confirma ni lo niega y ha jugado a una ambigüedad que atormenta a sus contradictores.
Lo cierto es que con la llegada de Tulio Gómez se movió el ‘cotarro’ político, pero hay que reconocer que existe un gran desánimo en la gente. Una pereza a meterse en el tema político, un desencanto preocupante, y no hay que olvidar que en ese espacio de la desidia por participar es que se cuelan los aparatos diseñados para ganar los comicios como sea.
Entonces lo que se necesita es entender la importancia de lo que se viene para la ciudad. Es un momento definitivo para reordenar la casa, buscar un discurso que una a los caleños, una oportunidad para recuperar la seguridad, reducir los índices de pobreza, bajar las tasas de desempleo. Y, sobre todo, para recuperar la confianza. El problema más grave que enfrenta la ciudad es una sensación de desesperanzan que aterra e impide crecimiento, solidaridad, esfuerzo compartido. Hay un problema de autoestima tan fuerte que la gente no quiere participar en política porque la percibe nefasta, terrible, en contra de los intereses de la misma comunidad.
Cali urge recuperar confianza, pero tenemos que escoger de la mejor manera, involucrarnos, conocer los programas, saber quién vende mentiras, demagogia, y quién de verdad le apuesta a la ciudad. No podemos seguir inventando con propuestas absurdas, hay que tener los pies sobre la tierra, y no elegir tiros al aire.
Si los caleños no nos involucramos, ya no tendremos otra oportunidad y los índices de competitividad, empleo, productividad seguirán bajando y aumentará la inseguridad. Una ciudad al garete no sobrevive. En nuestros hombros cargaremos una inmensa responsabilidad, que no se nos olvide.