Su nombre es impronunciable, su acrónimo no dice mucho, sin embargo, está en el ojo del huracán por estos días en que el planeta se llenó de huracanes geopolíticos. Unrwa, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo, fue creada por la Asamblea General en 1949 para encargarse de los refugiados árabes que dejó la guerra de Independencia de Israel. Mientras que los refugiados de guerras y conflictos internos en otras latitudes están cobijados por Acnur, los palestinos tienen una agencia y un estatuto especial.
Acnur tiene como objetivo propender por el asentamiento de los refugiados en el lugar al cual llegaron, para que abandonen lo más pronto posible el estatus de refugiados y definitivamente que este no sea pasado a la siguiente generación. Unrwa, por el contrario, tiene como misión mantener a los refugiados palestinos como tal, al igual que a las generaciones siguientes, evitando la integración de estos a las sociedades en las cuales se encuentran. En Líbano existen 12 campos de refugiados bajo Unrwa, unos 250 mil habitantes, sin nacionalidad, sin poder trabajar ni estudiar en universidades libanesas, salvo contadas excepciones. Unrwa se ha dedicado a perpetuar a los refugiados palestinos generación tras generación, creando por ende una gigantesca burocracia, financiada por la ONU, cuyo sustento depende de que los refugiados y sus descendientes sigan siéndolo por siempre. La misión de Unrwa alimenta en los refugiados palestinos la fantasía de que algún día volverán a sus hogares cuando el Estado de Israel ya no exista más, convirtiendo a seres humanos en peones políticos.
En la actualidad existen, bajo el modelo asistencialista de Unrwa, 58 campos de refugiados en Gaza, Cisjordania, Líbano, Jordania y Siria en los que residen aproximadamente un millón cuatrocientos mil personas. Unrwa es la agencia más grande de la ONU con más de 30 mil empleados y su financiación depende de donaciones que como siempre provienen en su gran mayoría de los países de occidente.
Las acusaciones de corrupción, nepotismo, abuso sexual y acoso laboral han plagado Unrwa por años, sin que se vea que la agencia haya hecho algo al respecto. En Gaza, bajo control de Hamás, desde 2007, no existe la posibilidad que la agencia que emplea 13 mil personas en la franja opere de manera independiente. Escuelas y refugios de Unrwa han servido de guaridas para los terroristas de Hamás y la Yihad Islámica, cohetes han sido lanzados desde ahí a poblaciones de Israel y el sistema educativo promovido por Unrwa incita permanentemente al odio a los judíos y a Israel. Durante los años que la Autoridad Palestina gobernó Gaza, entre 1994 y 2007, esta mantuvo a los refugiados en los campos de Unrwa, sus mismos ciudadanos, en vez de comenzar el proceso de asentarlos en Gaza, bajo su propio gobierno palestino, para que lastraran el estatus de refugiados y crearan una nueva realidad social. No convenía a sus intereses ni a los de Unrwa.
Finalmente, el escándalo, que tenía que estallar, estalló el pasado 7 de octubre, cuando se reveló que empleados de Unrwa participaron activamente en la brutal masacre en Israel que dejó 1200 civiles asesinados, mujeres violadas y 240 secuestrados, algunos por miembros de Unrwa. Tras estas revelaciones, varios países han suspendido los aportes a Unrwa sumiendo a la agencia en una profunda crisis de su propia creación.
Llegó el momento de cerrar Unrwa, pasar el control de los campos a Acnur y eliminar el estatus perpetuo de los refugiados palestinos. Los mayores ganadores serían los mismos palestinos.