Aún los más críticos con la Reforma de Salud, le reconocen un aporte en prevención. Imbuidos de la popular presunción de quien cree que llevando una vida saludable, comiendo frutas y verduras, sin sobrepeso, evitando el humo, carnes y carbohidratos procesados, haciendo ejercicio y meditando, logra esquivar los demonios de la enfermedad.

Es cierto que todo lo que se conoce como dieta sana ayuda a prevenir un pequeño grupo de enfermedades que afectan a muchos y pesan en los costos de cualquier sistema de salud. Pero hay muchísimas que no son prevenibles y van a ocurrir independiente de cuántos centros de cuidado primario se tengan o cuantas visitas domiciliarias se hagan. Para esas, pesa mucho más el diagnóstico temprano y el tratamiento especializado, que poco ocurren en los sistemas estatizados, por las barreras y filtros de la atención en la que todo se regula. Si fuese verdad que la población cubana es más saludable, es muy seguro que se deba al ayuno prolongado ya que han sabido evitar la abundancia que produce el odioso mercado. Los médicos con formación muy elemental, garantizan también reducción de las enfermedades por la vía de no hacer diagnósticos complejos. Invento que ya se está probando aquí con la reducción de delitos usando el artilugio de cambiarles el nombre.

Las acciones preventivas válidas y probadas, tienen una montaña grande e indiscutible de evidencia. No se requieren “comités interinstitucionales” ni mucha sapiencia médica para reconocer que el agua potable, el alcantarillado y las vacunas han sido las medidas que más han contribuido a la salud pública. Y no hay que producir o importar más médicos para enseñar los daños producidos por el cigarrillo, el alcohol o el sexo inseguro. A un costo mucho menor, se pueden usar redes y tecnología para enseñar las bases elementales de medicina.
Un sector en el que Colombia ha progresado mucho, desde la ley 100, ha sido la prevención de enfermedades y accidentes laborales, donde lo que se ha logrado ha sido con la ejecución de normas de sentido común.

Y dos determinantes que llenan las urgencias y hospitales son la violencia y los accidentes de tránsito. Se controlan con políticos honestos que sepan leer el escudo de Colombia: libertad y orden, y expertos que sepan diseñar y regular las redes viales para evitar una mortalidad que es cinco veces superior a la de países organizados.

Dos áreas que sí son del ámbito de la Salud en las que tenemos mucho por mejorar, son la vigilancia epidemiológica de infecciones y la ambiental. Volver realidad el anhelado plan de un sistema único de historia clínica digital es primordial y se complementa con la tecnificación y actualización a estándares internacionales de laboratorios de microbiología y bioquímica. Se requiere una vigilancia ambiental moderna y estricta controlando la calidad del agua, la comida, el aire, y la exposición a químicos y toxinas.

Ninguno de los avances en prevención y salud pública, tienen que ver con construir los centros de salud donde vamos a estar obligados a consultar. Sería muy útil que quienes se creen el cuento de la prevención con médicos visitando casas, concreten qué es lo que van a prevenir y como.