Se ha convertido en el recurso de guerra verbal más usado cada vez que se pretende invalidar el pensamiento de alguien que se atreva a criticar la “incuestionable corrección moral del socialismo”. Estigmatizar con palabras a las que la cultura popular ha terminado dándoles un significado deleznable.
La pretensión es cancelar a la persona de toda discusión. Una vez que se logra tatuar el rótulo, deja de ser un humano con derechos equiparables a los demás. Práctica característica de los Nazis quienes obligaron a los judíos a marcarse con la estrella de David y los tatuaron para tener orden en la matanza.
El uso de las ‘palabritas’ refleja una ignorancia e incoherencia monumental. Nazi fue Nacional Socialismo. Tuvo el mismo propósito del socialismo que ahora nos venden como novedad salvadora. Someter al individuo a los designios del Estado.
La Nación está por encima de cualquier interés particular y por tanto unos genios que lo planifican todo centralmente tienen derecho a conculcar las libertades de todos. Las diferencias son secundarias. Se reemplaza la lucha de razas por la de clases. Los oprimidos, una vez en el poder deben arrasar con los opresores sin consideración alguna. El internacionalismo proletario, se evidencia solo con financiación de las acciones violentas que contribuyan a la causa.
En realidad instalan un nacionalismo empobrecedor, imprimiendo papelitos a los que pretenden llamar moneda, con nombres ridículos que luego pretenden proteger con decretos, confiscando ahorros, empresas y tierras productivas, limitando el comercio internacional con proteccionismo arruinante, rechazando la inmigración y generando emigración.
Comparten con el fascismo su desprecio por la democracia liberal, las libertades individuales, la prensa libre, la oposición política, la cultura, el arte independiente, el uso de la fuerza y el poder del estado centralizado en el gran líder autoritario y salvador.
El paramilitarismo es un rasgo compartido característico. Armar la población y darle a los copartidarios poder para vigilar e imponerse a la fuerza, es estrategia central para eternizar el régimen. Comités de defensa de la revolución en cada manzana, colectivos motorizados atropellando derechos elementales, son unos pocos ejemplos que revelan de dónde van a salir los paracos. Logran engañar presentándose como los grandes gestores de la paz mientras se arman desproporcionadamente, en preparación de guerras imaginadas y cantaletas de invasiones y ‘magnicidios’ (calificación que ellos mismos se dan).
¿Por qué tantos usan estos sonoros calificativos, sin tener mayor idea de lo que están diciendo y participan en el engaño colectivo? La explicación más obvia es el facilismo y la pereza mental. Revisar la historia, entender la evolución del pensamiento, hacer asociaciones, requiere un esfuerzo.
Esgrimir un dedo acusador y gritar ‘nazi’ es fácil y da una torcida aura de juez moral. Son años de trabajo, moldeando el lenguaje y poniendo a muchos a barbarizar, justificando la violencia. Si no se destapa el engaño vamos a terminar siguiendo una ideología muy parecida a la nazi, liderados por un facho que nos va a controlar la vida con paracos.