Iniciamos el 2022, y el covid por segundo año consecutivo es el protagonista de todos los titulares de los principales periódicos del mundo y dueño de las redes sociales. Este año es la variante Ómicron la responsable de generar todas las especulaciones.
Como todos los inicios de año, no podemos evitar que el optimismo se apodere de nosotros. Nos llenamos de deseos y buenas intenciones que tratamos de cumplir durante el transcurso del año que inicia. Incluso las situaciones que se salen de nuestro control son sujeto de este marcado optimismo. El solo pensar que la combinación de vacunas y Ómicron pueda ser la mezcla perfecta para dar por terminada la pandemia es una muestra de cómo todos estamos en modo optimista.
Hoy quiero ser ajeno a esta corriente mundial del covid, pero no quiero dejar de ser optimista. Quiero ser optimista con el futuro de mi ciudad. Quiero que el 2022 traiga sensatez a nuestro alcalde y que éste comience a interesarse por resolver los problemas que aquejan a los caleños y no limitarse a satisfacer las fauces voraces de sus compinches politiqueros. Quiero volver a ver una ciudad donde los semáforos funcionen, y que no se use como excusa la creación de una empresa para justificar el fracaso en la ejecutoria de algo tan simple como reparar la red de semáforos de la ciudad.
Quiero que este 2022 nos traiga una ciudad donde su sistema de transporte masivo cumpla con la más elemental de las promesas, transportar a los caleños de manera rápida y eficiente por toda la ciudad. Espero que las cortinas de humo de comprar a los operadores o crear una empresa pública para que esta opere la flota de buses del MÍO, no desvíen la atención de la solución real del problema. Son muchos los años de espera. La ciudad tiene la capacidad para asumir el reto de la solución financiera y técnica. Los ciudadanos ya están cansados de no poderse mover en su ciudad con la dignidad que merecen.
Espero también que en este año recuperemos la senda decreciente que traíamos en muertes por causas violentas y delitos en general. Que los caleños nos podamos volver a sentir seguros transitando nuestras calles. Que nuestras propiedades no estén al asecho de cuadrillas de vándalos interesados en apropiarse de ellas. Quiero que este nuevo año traiga la transparencia y la pulcritud en el uso de los recursos públicos, que los escándalos de corrupción y malos manejos que rodean al CAM sean solo un triste recuerdo del pasado.
Quiero que nuestra ciudad vea realizadas todas las promesas que le han hecho en los últimos dos años. Que los parques sean realidades y no simples lotes vacíos con lindos renders arquitectónicos. Que Emcali sea la compañía ejemplar en la prestación de servicios públicos y que el tráfico de nuestra ciudad circule de manera ordenada por vías sin huecos y bien demarcadas.
En resumen, deseo que Ospina empiece a liderar más con el ejemplo que con el discurso. Que verdaderamente convoque a la unión y trabajo por toda la ciudad y que la campaña política del 2022 no sea simplemente una excusa más para continuar dividiendo la ciudad y justificar sus componendas politiqueras. Soy consciente que en dos años no va a solucionar todo lo que necesitamos como ciudad, pero si por lo menos hay avances me doy por bien servido. Sé que suena bastante iluso, pero si nos podemos ilusionar con el fin de la pandemia, ¿por qué no nos podemos ilusionar con el fin del desgobierno local?