En la medida que se conocen los nuevos proyectos como la reforma pensional, la laboral, el Plan Nacional de Desarrollo, además del controvertido proyecto de la salud y la eliminación de delitos menores, hay más preguntas que respuestas sobre el porvenir socioeconómico del país. El Congreso está empachado de proyectos. Nos estamos atragantando con los cambios. Parece que estuviésemos en la tarea de refundar al país.
Analizarlos todos en sus diversos aspectos, ocuparía volúmenes gigantescos. No pocos juzgamos que como han sido formulados, los maleficios superan los beneficios, con consecuencias nefastas, difíciles de superar. Algunos contradicen el espíritu de un gobierno que se dice progresista y amigo de los jóvenes.
El Presidente ha manifestado su admiración por Mariana Mazzucato, quien aboga por las alianzas de los sectores público y privado, para beneficiarse de las fortalezas de ambos. Sin embargo, la ministra Corcho propone destruir esa afortunada alianza en nuestro sistema de salud y convertirlo en un servicio público, aboliendo las EPS. Considera que el sector político es más eficaz que el privado, en el manejo operativo. Premisa falsa.
No se modificarán las edades de nuestro sistema pensional, según lo ha asegurado el Presidente. No obstante ser irreversible el acelerado crecimiento de la longevidad de la población. Cada vez los mayores de 60 años constituyen un grupo más numeroso, en comparación con los más jóvenes, lo quiere decir que irremediablemente la juventud tendrá que contribuir en mayor proporción para sostener las mesadas pensionales de los jubilados, un peso que con el tiempo llegará a ser insostenible.
El hacinamiento de nuestras cárceles es evidente y debe ser resuelto, pero en lugar de construir más prisiones y tratar de reeducar a los delincuentes en un entorno más apropiado, la solución es descriminalizar delitos, con lo cual se aceptarían como normales, los hoy, comportamientos delincuenciales.
Con la reforma laboral se pretende obstaculizar o abolir la flexibilidad laborar para proteger a quienes están empleados, lo cual impediría el funcionamiento de un buen número de actividades, desaparecerían muchos servicios y promovería la sustitución de la mano de obra. Impulsaría la informalidad, la cual ya es el 50% de la actividad económica. Desincentivaría la creación de los emprendimientos, donde los imponderables demandan flexibilidad laboral. En el sistema empresarial los mayores empleadores son las pequeñas y medianas empresas, más débiles económicamente para absorber los mayores costos. Propiciaría la inflación.
Petro en una entrevista concedida a Daniel Coronel manifiesta categóricamente que el modelo capitalista es un modelo económico que ya se agotó. El capitalismo ha sido la base para la existencia de la propiedad privada, además de haber sido el motor del desarrollo económico en el mundo.
A lo anterior se le añade que los grupos políticos aliados, dejaron de ser partidos institucionalizados, carecen de principios y programas, los motiva el tamaño de la mermelada más que sus ideales, lo cual aumenta la temperatura de la incertidumbre.
La luz de esperanza radica solamente en los pesos y contrapesos constitucionales, y en la reflexión de que el gobierno está destruyendo el respaldo de la opinión, lo que puede forzarlo a rectificar.