Según información de los funcionarios nombrados, aún no posesionados, la tributaria sería la primera reforma que se va a presentar al Congreso el 7 de agosto. Luego vendrán las otras.
En mis columnas anteriores he manifestado reiterativamente que Colombia necesita una reforma tributaria estructural. Nuestra legislación actual establece tarifas altas para las empresas y poco progresiva para la tributación de las personas. Un cambio de dirección hace más atractiva la reinversión de las utilidades en las empresas y desestimula el reparto de dividendos, lo cual beneficia el desarrollo continuo.
La duda persiste con los recursos que se van a generar. Se ha dicho que buena parte, después de conjurar el déficit fiscal, se destinará a disminuir las brechas en los ingresos.
La mayor causa de dicha inequidad es la excesiva concentración económica y política en Bogotá, una considerable parte del PIB se produce y se consume en la capital.
El PIB del distrito capital es $244.224 miles de millones y la suma de lo que se origina en Medellín, Cali y Barranquilla, las tres ciudades más industrializadas del país, solamente totaliza $131.576 billones, casi la mitad. Como consecuencia el ingreso por habitante de Bogotá es $30.908, el de Medellín $22.952, el de Cali $19.216 y el de Barranquilla $21.160. Los ciudadanos de estas tres urbes tienen ingresos 33% menores; pero esto no es lo grave, las mayores inequidades se presentan cuando se comparan con las brechas de las capitales medianas y pequeñas.
El ingreso por persona de Popayán es tan solo de $14.709, el de Cúcuta es $11.382, parecido al de Florencia y Quibdó, $11.556 y $11.496 respectivamente. Obviamente las cifras de Cúcuta están distorsionadas por la inmigración venezolana. Así que, los habitantes de las capitales de los departamentos alejados del poder central tienen ingresos tres veces inferiores.
Ni se diga de las poblaciones de dichos departamentos, sus ingresos son misérrimos. Si no se lleva el bienestar a la periferia, y se continúa concentrando el poder político y económico en Bogotá, las diferencias continuarán ampliándose.
Planteado lo anterior, no se comprende cómo un gobierno, que se precia de socialista, planea crear dos nuevos ministerios. Más burocracia, más gastos de la nación en la capital, más obstáculos para las regiones. Ya tenemos 18, lo cual dificulta a su jefe, el Presidente, la debida atención de sus subalternos. La desconcentración y descentralización es tarea de todo el gobierno, liderados por el presidente, no es un objetivo válido para un ministro.
Pensaba que las políticas del nuevo gobierno estaban orientadas a reivindicar los habitantes de la periferia que carecen de comunicaciones y bienestar. Sino pregunte cómo se hace para ir a cualquier población situada en la Costa Pacífica, cuál es el nivel de calidad de sus escuelas, de sus centros de salud, así como su acceso a la Justicia, exceptuando Buenaventura y Tumaco, las de mostrar. ¿Cómo será el resto? Me refiero a un litoral que tiene 1300 km de largo.
Se trata de las regiones donde se presentan las mayores inequidades económicas del país, es aquí donde la criminalidad es más alta, sus ciudadanos viven sumergidos en la zozobra, donde al Estado lo sustituyen las organizaciones delincuenciales, sus habitantes están esposados por las trampas de la pobreza.