Hábil es, no hay duda. Y sabe para dónde va y a qué aspira -a ser el más grande, fruto del fenómeno del asperger que declaró su hermano padecía-, como si fuera un monarca de la izquierda, es decir, un dictador.

Pero también conoce el juego del engaño. Todo lo ha buscado. Se encerró en su propio calabozo de la jungla, donde pasó muchas noches matando zancudos. Y, ¿mató gente? Es posible que sí, más no lo digo, como escribiera De Greiff en ‘Esta rosa fue testigo’; y no lo digo, pero pienso que sí, como que estaba levantado en armas y fueron malos y cometieron genocidios como el horrible del Palacio de Justicia. Y ha violado la ley sin contemplaciones, pero se sabe colocar de víctima de los malvados, que somos todos aquellos que no pensamos como él y a favor de él.

Hablamos naturalmente del señor llamado Gustavo Petro Urrego, quien valiéndose de todas las malas artes ha logrado llegar muy alto. Pero piensa en llegar todavía más lejos, movido por su superego de líder implacable. E insaciable.

Lo estamos padeciendo y todos los días va más lejos. Porque violó sin inhibición alguna las normas de recaudos de financiación para la elección de presidente y acudió a trampas para tratar de hacer ver que los dineros non santos no eran para su campaña, sino para testigos electorales, como si estos no fueran gastos de campaña. El país así mismo conoce las declaraciones de su hijo Nicolás, hoy subjúdice, y del propio Benedetti, hoy triunfante en su chantaje, que el señor Petro cumplió en silencio para evitar males mayores. ¿Qué tanto es lo que sabe el viperino embajador ante la Fao, fuera de pegarle a su esposa?

El último episodio es la apertura de investigación por parte del Consejo Nacional Electoral, que no es, como Petro de mala fe afirma induciendo al engaño, una entidad simplemente administrativa, sino la máxima creación de la Constitución. Lo crea el Artículo 264 de la Carta, donde se instituye al CNE como la autoridad máxima e independiente. Es el poder electoral máximo, sin que quepa subterfugio alguno, y el Presidente así debe acatarlo.

De otro lado, el Artículo 192 ibídem, trata sobre la institución presidencial, y dice: “El Presidente de la República tomará posesión de su destino ante el Congreso y prestará juramento en estos términos: “Juro a Dios y lo prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia (...)”.

De acuerdo con esto, constituye una obligación del señor Petro, el cumplimiento de todas las cláusulas de la Norma de Normas y, por supuesto, lo que haya iniciado el Consejo Nacional Electoral, al iniciar la investigación de acuerdo con el procedimiento allí previsto, que es la etapa en la que se encuentra lo relacionado con los excesos de los gastos electorales. El resultado es a posteriori.

Eso no lo ha cumplido ni lo cumplirá, porque ahora busca con discursos y escritos, donde se finge la víctima, es infundir miedo; y convoca a todas las organizaciones populares que ha estado halagando con sus discursos veintijulieros y dinero nuestro, para que se coloquen en pie de batalla, bajo su única dirección de orador de luces fatuas. El truco es el golpe de Estado que dice padecer, y que facilite su propio golpe de Estado. El asunto, pues, es a la inversa.

¡Mentiras, mentiras y más mentiras! Y hay algo más: lo que está haciendo es una inducción a la asonada general, sin que permita la intervención de la fuerza pública. Llegó ese momento presentido y temido. Y allí está él, mostrando sus habilidades de activista mayor.