La visita del profesor francés Daniel Pécaut a Cali la semana pasada fue registrada ampliamente en entrevistas realizadas por los periódicos El País, El Tiempo, el canal Telepacífico y la Emisora Javeriana. El interés mostrado por estos medios por conocer su punto de vista sobre las negociaciones de paz y otros temas de actualidad es un testimonio fehaciente de la importancia creciente que su palabra ha ido adquiriendo en el país a lo largo de los años. Los ocho libros que ha escrito sobre la sociedad colombiana le han creado una gran audiencia nacional, no solo en el mundo académico sino también en sectores gubernamentales, en ONG, en toda clase de grupos sociales y políticos y, en general, en el mundo de la opinión.Pécaut llegó por primera vez en 1964 a un país que, según su propia versión, se caracterizaba por su provincialismo, su conservadurismo y su religiosidad; carecía de una tradición intelectual propia y era supremamente cerrado a la influencia del mundo exterior. Colombia, además, no era en ese momento prioridad para los estudiosos europeos de América Latina porque escapaba a todos los modelos. No había tenido gobiernos populistas ni dictaduras militares fuertes y representaba una extraña combinación de democracia y violencia. Sin embargo, el país le gustó, decidió quedarse, fue profesor durante varios años en la Universidad Nacional y hasta sus hijos nacieron en tierra colombiana. Hoy en día considera que conoce más la historia de este país que la del suyo y tiene más amigos aquí que en Francia.Desde su llegada hace casi 50 años se dedicó a recorrer el país, a conversar con los más diversos actores sociales y políticos, a mantener un seguimiento minucioso (día a día) de la información de prensa y a establecer contactos con los investigadores colombianos. En las épocas en que se podía, visitaba las zonas de conflicto y entrevistaba a los actores armados de todas las tendencias, con la prudencia suficiente para mantener siempre una distancia. Muchos de ellos lo buscaban motu propio para exponerle sus puntos de vista aprovechando su condición de extranjero. Al conversar con él sorprende el conocimiento de detalle que tiene de la historia colombiana del Siglo XX y de la evolución del conflicto actual.Su libro principal (Orden y violencia. Colombia 1930-1953, reeditado el año pasado por tercera vez por Eafit), es hoy en día una de las obras clásicas de la historiografía colombiana y un punto de partida inevitable no solo para el conocimiento de esa época sino también para el desciframiento del conflicto contemporáneo, ya que uno de los planteamientos que Pécaut ha puesto en primer plano es la importancia de tener en cuenta la secuencia histórica de las diferentes violencias que ha vivido este país para entender la situación de hoy en día. La editorial La Carreta de Medellín publicó este año una recopilación de algunos de sus ensayos más notables con el nombre de La experiencia de la violencia: los desafíos del relato y la memoria. Sus textos nos han ayudado a comprender la singularidad del caso colombiano en el concierto de los países de América Latina.Nuestro mundo intelectual, aún provinciano y subdesarrollado (hay que decirlo), se enriquece enormemente con una mirada venida del exterior, como relevo para comprender nuestra situación, sin menoscabo de los propios valores intelectuales. Este país tiene mucho que agradecer al profesor Pécaut por el importante aporte que ha hecho al estudio de nuestra realidad. Con justa razón la Universidad Nacional le concedió un Doctorado Honoris Causa en el año 2000 y el Gobierno le otorgó la nacionalidad en 2007, como reconocimiento simbólico a su condición de colombiano integral.