Señalaba Mario Fernando Prado en reciente columna de opinión en este diario, sobre la importancia de lo que él llama “la andenización de nuestros barrios” para que los peatones se conviertan en “los reyes del espacio público”.
Esta acertada aseveración da en el clavo de lo que debería ser uno de los mayores propósitos de varias secretarías, entre ellas obviamente las de salud, deportes e infraestructura. Sin dejar de lado la de seguridad que también gozará de los frutos que se derivan de una mayor cantidad de gente “congestionando” los andenes y de esa forma desplazando a los delincuentes que prefieren, por obvias razones, lugares desolados.
Lograr la adecuación de la inmensa red de andenes de la ciudad derivaría en grandes conquistas de salud pública tanto en lo que corresponde a la salud física como a la mental, pues se consolidaría la más grande pista deportiva y de actividad física con que cuentan la mayoría de las ciudades del mundo.
Unos buenos andenes sumados al clima caluroso de esta ciudad tropical, que se refresca por su maravillosa brisa al final de la tarde, invitan a su ciudadanía a los placeres representados en una buena caminada; viejos, niños y jóvenes, con cualquier condición física, estarán dispuestos a gozar de su espacio público en la que es quizás una de las más sencillas, simples y naturales formas de vivir la vida como lo es la del disfrute de la caminata como actividad.
Toda esta recuperación de los andenes de la ciudad constituye la mejor plataforma para avanzar, paralelamente, en otros conceptos como la ciudad de los quince minutos, o como leí muy recientemente, la de los cinco minutos, en las que se pretende que los ciudadanos tengan a dicha “distancia” cualquier servicio que demande en su diario vivir (recreativo, cultural o comercial), desde su casa, lugar de estudio o de trabajo.
En fin, una mezcla de actividades en un área menor que en últimas pretender reducir la necesidad del uso de automóviles e incentivar el de la bicicleta y obviamente la caminata.
Son estas visiones integrales y ambiciosas, que producen cambios sustanciales en la vida de los ciudadanos y le generan un gran bienestar, las que promueven los entes deportivos públicos del mundo moderno, que son conscientes de la trascendencia y la responsabilidad de una población activa físicamente y de la felicidad que de esta realidad se deriva.
Sin duda alguna nuestra cálida, arborizada y ventosa Cali puede consolidarse como la ciudad de los caminantes en Colombia.