Dice llamarse ‘Bastardilla’ y es colombiana, nombre que los ingleses escogen traducirlo como ‘comillas’, yo diría que es otra hija de padre desconocido, de aquellos que estuvieron con una mujer después de una fiesta, unos tragos y nunca más volvieron a preguntar qué había ocurrido con ese amor de paso que resultó en un ser humano de extraordinario talento pero sin padre alguno. Ha dado entrevistas por internet pero su cara a diferencia de las famosas de la farándula, de la literatura y la pintura no es conocida. No se dejaría encerrar en ‘Desafío’ así su arte haya atravesado continentes. Nunca habla de su familia solo dice que nació en la calle, creció en la calle y allí es donde se ha sentido cómoda durante sus 28 años de vida, por eso es grafitera y sus pinturas adornan ahora las grandes ciudades del mundo, desde diminutos dibujos hasta murales gigantes.En el Este de Londres sus grafitis se codean con los de Banksy, Eine, Stick, Blu. ¿Cómo llegaron allí?, dicen que sus amigos han llevado su obra, aunque lo más probable es que ella lo hizo personalmente en las largas horas de las noches invernales donde los grafiteros sin rostro utilizan sus frascos de aerosol para expresarse y desaparecer al amanecer antes que se despierten los dueños o llegue la policía. En esta zona, Brick Lane, Shoreditch High Street, Rivington Street, Pedley Street, en un tiempo un barrio de mucha pobreza habitado por asiáticos de Bangladesh pero hoy en día, sitio de rumba dura. Allí está el Cargo Club con un grafiti maestro de Banksy protegido por una estructura plástica y custodiado por agentes de seguridad para que no se la vayan a robar como sucedió hace un tiempo y termine en las grandes subastas de Los Angeles, alcanzando los precios astronómicos que ofrecen los coleccionistas gringos. Hay además boutiques de una elegancia alternativa, y siguiendo la ruta de los grafiteros casi sin darnos cuenta se llega a calles escabrosas donde los zapatos colgados de las cuerdas de la luz son el aviso que por allí si se vende droga y que hay que tener cuidado.Bastardilla pinta mujeres sicodélicas, rostros llenos de sentimiento de una profunda tristeza que recuerdan las caras de Lucy Tejada, a veces con un cactus en la cabeza, o un colibrí o una corona. Dice que le gusta el pelo porque es sensual, que pintaba manchas de jaguar y las fue transformando en mujeres. En Colombia ha hecho murales gigantes en Los Laches, un barrio en las laderas de Bogotá, donde la iglesia de Nuestra Señora de la Peña es la mayor atracción turística y ahora los murales de Bastardilla, pues es allí donde ha hecho la carátula del álbum de la rapera Diana Avella. También dicen que en Cali hay obras suyas, poco conocidas pues los grafiteros de nuestra ciudad solo hacen garabatos en las paredes recién pintadas del centro histórico de Cali.