Quiero hoy recoger de la sabiduría popular algunos principios aprendidos por la experiencia o práctica en el vivir diario, parecido a aquel: “¿A dónde va Vicente? A donde va toda la gente”. Podríamos decir, que al repetirlo, es la manera de ir haciendo cultura, al grabarlo en el inconsciente colectivo se está poniendo así la base de los comportamientos, entre ellos el de la corrupción, como otros parecidos para explicar las desigualdades entre los seres humanos y culpar a alguien. Ejemplos nos dan el como el vallenato que dice: “Diosito lindo que de matemáticas nada sabías”, o el villancico del niño que interroga a su madre sobre el porqué el Niño Dios no le trajo lo que le pedía y la excusa a primera vista resulta la moral, el comportamiento desobediente del niño y entonces Dios resulta castigándolo y crea el sentimiento de que Dios a unos sí quiere y a otros no.
El cantante español Raphael, con la canció ‘Van a nacer dos niños’, que ojalá escuchen completa, nos sensibiliza y más en esta época de Navidad para reactivar la esencia de la humanidad que es verdaderamente sentir con el corazón para mirar con ternura y piedad al otro y ver en él a un igual, a un hermano. La canción dice de entrada: “Dos mujeres del mundo, están pariendo a distancia. Una en un hospital de lujo, la otra en su misma cama”. Podríamos decir que es una censura al desequilibrio de las relaciones en el tener, para poder ser alguien en nuestra cultura.
El papa Francisco, en su libro ‘Soñemos juntos’, dice: “Hace falta un movimiento popular que sepa que nos necesitamos mutuamente, que tenga sentido de responsabilidad por los demás y por el mundo. Necesitamos proclamar que ser compasivos, tener fe y trabajar por el Bien Común son grandes metas de vida que requieren valentía y reciedumbre; mientras que la vanidad, la superficialidad y la burla a la Ética no nos han hecho ningún bien”.
Pienso en el libro de Agustín Laje titulado ‘La generación idiota’, publicado después de su best seller ‘La batalla cultural’, que es una crítica al ‘adolescentecentrismo’ que ha invadido la cultura con el auge de una mentalidad adolescente, que le ha generado un daño a la política y a la sociedad, y, según Laje, están gobernando el mundo. Rigen la forma de la cultura, estructuran la forma de la política, inspiran los cambios de nuestro lenguaje, imponen sus preferencias estéticas y dominan el imaginario postindustrial y el sistema de consumo. Las instituciones básicas, como la familia, también están fuera de lugar en estas generaciones adolescentes.
En algo se empatan con el pensamiento de la modernidad líquida de Zygmunt Bauman, en la cual metiendo en un solo globo las diferentes formas de presentarse la cultura, que es la forma como se expresa el hombre, para afirmar que la realidad actual se encuentra en permanente cambio, los valores son relativos, son hasta desechables con una creciente falta de compromiso y estabilidad en el hombre de hoy; es como la disolución de todo lo sólido, hasta encontrarse con otro fenómeno de esta multiculturalidad que es la denominada generación de ‘Cristal’, hipersensibles, se quiebran ante la realidad dura del mundo, de una fragilidad emocional, muy acentuada, hasta caer en aquello que decía Sartre: “El infierno son los otros”, los otros se convierten instantáneamente en el cielo y vemos cómo se puede hoy en día usar estos sentimientos, emociones, ideologías, para empoderarse unos y destruir a los otros.
Para concluir, cuestionémonos: dónde están los políticos, empresarios, gobernantes, religiosos, pastores, con esa voluntad política de crear un movimiento popular, que se proponga esas grandes metas, para recuperar el sentido de humanidad, para que sintiendo ternura y piedad aprendamos a administrar la creación en pro del hombre, su dignidad y crear un mundo más fraterno, más justo, más digno, en el cual nos escuchemos para caminar juntos hacia la grandeza del hombre, hacia la grandeza de la Patria, sabiéndonos perdonar y así pueda surgir la paz.