El interesante libro de Mary Beard, Emperador de Roma, 2023, deja en claro que el Imperio Romano, entre otras muchas cosas (como señala Paco Álvarez en Somos romanos, 2019) nos dejó el gobierno de un solo hombre; primero reyes y emperadores, luego presidentes, primeros ministros y dictadores como Fidel Castro que estuvo en el poder casi medio siglo, o actualmente gobernantes ‘elegidos’ que se amarran al poder, y basta con nombrar a Vladímir Putin o a Nicolás Maduro, o igual a Donald Trump a quien quieren elegir de nuevo. Todo en menoscabo de la democracia, la que, además, para que fuera total solo sería posible entre iguales, como dijo Friedrich Nietzsche.

De ahí que lo deseable sean los gobiernos parlamentarios y no presidencialistas, para que sean muchos políticos elegidos por los ciudadanos -aunque no demasiados- los que elijan presidentes, gobernadores y alcaldes, y luego los controlen o sustituyan o reelijan; y que, por supuesto, sus candidatos sean los más indicados por sus estudios, conocimientos y experiencias en cada caso. Lo que, respecto a los alcaldes, implica, además de economía, sociología y derecho, planificación, urbanismo, arquitectura y paisajismo, temas estos que muchos alcaldes en Colombia desconocen o minusvaloran o que su ignorancia al respecto les impide que se asesoren adecuadamente.

Con relación a las grandes ciudades, lo recomendable sería que se dividieran en ciudades dentro de la ciudad y fuera de ellas, pero todas en su área metropolitana, con sus respectivos concejos y alcaldes, cuyos representantes confirmarían el concejo metropolitano y este elegiría su alcalde metropolitano; o que estos, concejo y alcalde, sean elegidos independientemente de los de las ciudades dentro de la ciudad. Pero en todos los casos deberían ser elecciones ranqueadas, o sea escalonadas y por orden de preferencia, en lugar de votar por uno solo de los candidatos, de tal manera que el elegido para un cargo represente a más ciudadanos, lo que evitaría los extremismos entre estos.

Y por supuesto, algo similar se podría hacer en cada barrio para elegir sus juntas comunales, considerando que en ellos sus habitantes suelen ser más ‘iguales’, menos polarizados y menos seducibles por el populismo y las mentiras, evitando así las tres P que, como señala Moisés Naím en La revancha de los poderosos, 2022, son las herramientas con que “se obtiene, se usa, se abusa y se pierde el poder en el siglo XXI”. Estas subdivisiones usuales en muchas ciudades, en las ciudades dentro y fuera de la ciudad, tendrían aún más identidad propia y sus habitantes más sentido de pertenencia a su barrio, lo que impediría en ellos la autocracia, tanto en sus barrios como en la ciudad.

“Es obviamente preocupante que el futuro de la humanidad dependa de las decisiones de una sola persona” advierte Moisés Naim (Lo que nos está pasando, 2024, p. 83), y como dice Mary Beard, ya la crítica al gobierno de un solo hombre se encuentra en la literatura romana en la “que se presentaba al emperador como un falsificador o un distorsionador de la verdad, y al gobierno de un solo hombre como un fingimiento y una representación”, y señala cómo “la autocracia subvierte el orden <natural> de las cosas y sustituye la realidad por la impostura, socavando así la confianza en los que uno cree que ve” (pp. 469 y 470).