La ola de calor. El sofoco. Los árboles quietos. El viento ausente. El río seco. Factores incontrolables, han desatado un brote de peste de rabia en los caleños. Como si los insultos y las agresiones físicas o escritas se hubieran convertido en el tubo de escape, en el ‘desfogue’ para aliviar esta ola caliente y quieta, porque no se mueve nada.
La ‘sucursal del cielo’ es una paila ardiente y las neuronas recalentadas están disparadas. Cualquier palabra o movimiento en falso puede generar una catarata de palabras malsonantes, críticas fundamentalistas sin fundamentos, adjetivos gruesos.
Los invito a darnos una ducha de agua helada mental, calmarnos, respirar hondo, dejar la paranoia y mirar todas las cosas buenas que están sucediendo en la ciudad. Bajarle el acelerador al negativismo y hacer un esfuercito por recuperar la cordura.
Concentrarnos en la unión para ser los mejores anfitriones de la COP16. Lo podemos lograr. Recuperar el civismo, el sentido de pertenencia, la amabilidad con el vecino, dejar de ver en cada motociclista un enemigo, respetar semáforos, cederle el paso a las ambulancias, mirarnos a los ojos, saludar, dar las gracias, respetar las ideas ajenas así no las compartamos, dejar de criticar todo.
Propongo ver y apoyar todas las cosas buenas. Por ejemplo, los atascones eternos de tráfico en la Pasoancho y Cañasgordas han disminuido notablemente. Un poco de lógica y sentido común, como la varita mágica, hicieron desaparecer algunos semáforos, coordinar, otros y los carros fluyen.
El Bulevar del Oriente se va convirtiendo poco a poco en centro de reuniones culturales, esparcimiento y convivencia. El proyecto del alcalde Eder de peatonalizar sectores del centro de la ciudad y construir andenes es crucial para la ciudad, lo mismo, dar continuidad al parque de Cristo Rey que será un mirador espectacular.
El Bulevar del río, las escuelas de salsa, la gastronomía tan diversa que tenemos, los teatros, zonas verdes, los museos, la mezcla de etnias, son tesoros, las mejores clínicas…
El trabajo mancomunado de la Gobernación con la Alcaldía es lo mejor que nos ha podido suceder. Departamento y Capital unidos, jamás serán vencidos.
Bien por Dilian Francisca y Alejandro, esas rivalidades de antaño no se pueden volver a dar. En la unión está la fuerza. El Valle del Cauca y Cali podrían ser líderes en el resto de Colombia en progreso y desarrollo. Tenemos el Pacífico, dos cordilleras, diferentes climas, el paraíso terrenal en nuestras manos. Abramos los ojos y archivemos la rabia, la polarización, los agravios.
Que el calor no nos dispare el negativismo. Si sentimos ganas de morder, comprémonos un bozal. Pero no le demos más rienda suelta a la rabia. Estamos despegando como un cohete. Si nos damos la mano, somos capaces de vivir en un Valle invencible, con una capital sucursal del cielo. Depende de cada uno de nosotros.