El enorme poder de la banca en la actual coyuntura del país no es nuevo. En 1998, cuando colapsó el sistema financiero colombiano, en plena vigencia de las teorías del neoliberalismo de la escuela de Chicago, la siniestra figura del banquero tutor del Presidente de turno, se repite, como parte del ADN nacional.

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Como olvidar la desaparición de la Caja Agraria, del Central Hipotecario, Banco del Estado, Banco Cafetero, Concasa y el IFI. Se declaró la emergencia económica (la que impondrá Carrasquilla), y nació el 2 por mil, hoy 4 por mil. Sus directivos, miembros de la altas élites pagaron por sus manejos non sanctos en la cárcel o huyendo al exterior.

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Pero quizás la peor catástrofe económica y social sucedió durante la refinanciación y colapso del sistema Upac, en el gobierno de Andrés Pastrana. Millares de usuarios de clases medias y bajas, perdieron sus casas ante la imposibilidad de pagar las hipotecas.

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Dos años atrás el grupo Granahorrar, cuyo presidente Jaime Michelsen Uribe, personaje de la más alta alcurnia bogotana, fue llamado a juicio a causa de los autopréstamos. Guardadas proporciones detentaba el mismo poder que hoy tiene Luis Carlos Sarmiento, dueño y señor del grupo Aval, uno de los tres hombres más ricos del país, coparticipe de muchas de las decisiones financieras de la actualidad.

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Durante el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), siendo subeditora de El Tiempo, entrevisté a Michelsen Uribe. Corrían fuertes rumores de los autopréstamos y nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato. Era intocable. Concertada la cita, me recibió en el pent house del Banco de Colombia. Las mesas vestidas con primorosos manteles de Brujas. Era todo un gentleman. Hora y media duró la entrevista. El periódico la publicó en primera página, en dos entregas, con el título ‘De águila a pulpo’.

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No esquivó ninguna pregunta y refutó los rumores con una habilidad sorprendente. Días después, antes de salir a vacaciones, le dije al director que si llamaban a juicio a Michelsen regresaba antes. Respondió que si eso sucedía, “se venía abajo el establecimiento”. El 28 de diciembre, Santos Castillo me llamó: “Regresa, cayó Michelsen”.

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Fue trágico y doloroso el periplo de su condena para la familia y en especial para sus hijos. Liberado a causa del cáncer terminal que sufría, viajó a Miami, donde falleció. En ese entonces, la Justicia actuó en derecho y no lo que sucede hoy, donde los implicados en Odebrecht y en tantos casos de corrupción impunes, siguen dando esguinces ante la Justicia, con el apoyo de Fiscales y magistrados sub judice.

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Recientemente nuestro querido Ossiel Villada comentó que el sector bancario tiene hoy a medio país en su contra. Y es cierto. En la cuarentena niegan préstamos a las medianas y pequeñas empresas, siguen vigentes los infames intereses en préstamos, tarjetas de crédito y cuentas. Exhiben sus jugosas ganancias, mientras se cierran empresas y el desempleo alcanza cifras alarmantes. Para rematar, Duque llamo “víboras” a los banqueros.