Hablando de Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sol, Christophe Galfard, discípulo de Stephen Hawking, se pregunta: “¿Existen sistemas en los que dos estrellas brillan sobre mundos habitados?” (El universo en tu mano, 2015, p. 53). Aproximadamente 12 de los 2000 exoplanetas confirmados presentan “un parecido asombroso con nuestra Tierra” y “podrían albergar vida” (p. 55). “Por muy humildes que debamos mostrarnos ante la majestuosidad de la naturaleza, la ciencia, y solo la ciencia, nos ha dado ojos para ver aquello ante lo que nuestro cuerpo era ciego” (p. 122) “un medio de desentrañar la historia creado no por el ser humano sino por la naturaleza” (p. 124).

Ciencia es, según el DLE, el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente; mientras que creencia viene a ser el firme asentimiento y conformidad con algo, y el completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos. De ahí que sobre lo que dice la ciencia haya que pensar y no creer de una; o sea formar o combinar ideas o juicios en la mente para examinar algo con atención y poder formarse un juicio al respecto, y lograr distinguir entre lo verdadero de lo falso.

Como se dijo antes en esta columna (Beauty is truth, truth is beauty, 08/12/2005), John Keats pensaba que la verdad es bella, y Anatol France que “es aún más profunda que la verdad”. Para Joseph Brodsky “sobrevive a todo y […] genera la verdad sencillamente porque es una fusión de lo mental y lo sensual” (Marca de Agua; 1993). Roger Penrose afirma que “una idea bella tiene mucha mayor probabilidad de ser correcta” (La nueva mente del emperador, 1989). Y León Battista Alberti en el siglo XV decía que la belleza no es una cuestión de gusto personal sino regida por cosas como las matemáticas y la razón (Daniel Boorstin: Los creadores, 1994)

Y en otra columna posterior (Convergencia, 22/06/2017) se destacaba que: “El orden subyacente en el corazón de la ciencia” como subtitula Peter Watson su libro Convergencias, 2017, y que, como el concluye, “el fundamento último de la realidad [es] matemático”. Y ya se sabe que la matemática es la ciencia del tiempo y el espacio en un único continuo, tal como lo es el universo. El caso es que, tal como lo deja en claro Stephen Wolfram “unas pocas reglas simples pueden conducir tanto a una gran complejidad como a un orden […] que son las dos caras de la misma moneda”. Como agudamente decía Einstein: “Si me han entendido, es que no he sido claro”.

Así, tal parece que lo de la sobrepoblación es tan claro que muchos no han entendido que esta ocurre, como la define Wikipedia “cuando la población de una especie excede la capacidad de carga de su nicho ecológico. Puede ser el resultado de un aumento en los nacimientos, una disminución en la tasa de mortalidad, un aumento en la inmigración o un bioma insostenible y el agotamiento de los recursos. Cuando ocurre la sobrepoblación, las personas limitan los recursos disponibles para sobrevivir.” También creen que el cambio climático es puro cuento o que no hay vida en otra parte, y no han pensado que la sobrepoblación y el consumismo están acabando con la Tierra.
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