Otra vez, Buenaventura es noticia. No porque por fin se le reconoce todo lo que económicamente le significa a este país, y entonces le devuelven en inversión social, lo que de manera legítima le corresponde. O porque los 35 kilómetros de la doble calzada Buga-Buenaventura por fin están terminados, después de tanta rogadera. O porque la vía Mulaló-Loboguerrero sí se va a hacer, también después de tanta rogadera; la vía al Mar está perfecta y las alternas, por fin, están bien.

Otra vez, Buenaventura es noticia. No porque la deserción escolar se haya disminuido, o porque los 8.600 estudiantes que este año no se matricularon estén de nuevo en las aulas; o porque regresaron las 1.500 familias que se fueron a Chile y Argentina, huyendo de la pobreza y la violencia. O porque los seis mil desplazados recientes, sumados a los más de 170.000 de una década, volvieron a su tierra.

Otra vez, Buenaventura es noticia. No porque por fin sus barrios tienen agua potable, el desempleo dejo de ser del 25,9%, más del doble del promedio nacional; las casas de palafito, renovadas, su infraestructura de salud por fin es decente, no extorsionan el comercio y su gente tiene calidad de vida.

Resulta que no, que todo eso es una utopía impensable y negada por los siglos de los siglos para Buenaventura. Y que de nuevo es noticia, porque por enésima vez atraviesa un punto altísimo de violencia, con videos de bandas criminales amenazando a otras, disputándose poder y territorio, mientras la población permanece encerrada y la que puede, huye. Resulta que ahora no son solo los Shottas y los Espartanos si no nuevas organizaciones las que de ahí se desprenden; y que, incluso, habrá disidencias de estas dos bandas que se sentarán a negociar de nuevo. Un engendro inacabable, en el que reductos de La Empresa y La Local también se mueven, y aparece Jalisco Nueva Generación, los Chiquillos, y así...

En ese panorama resulta de una candidez el presidente Gustavo Petro, al decir el viernes en Buenaventura que a los Shottas y a Los Espartanos los invita a estudiar, que cambien los fusiles por libros, cuando lo que allí está en juego son millones provenientes del manejo de las drogas en bajamar. Esto no es un asunto de pandillitas peleando por cuadras; esto es otra cosa, Presidente.

Y no es con una visita exprés como se va a arreglar la cosa. Ni ofreciendo recompensas por capturar cabecillas. Lo que hoy urge en el puerto es un plan de choque, sostenido por meses, contra la violencia del narco, que ya cogió mucha ventaja. Seguridad para los bonaverenses, no solo este fin de semana, fruto de la alharaca de los medios.

Buenaventura necesita velar por su gente, mirar cómo están viviendo, secuestrados en sus propias casas, rezando porque los suyos no caigan en bandas que les ofrecen más que libros y ser Jóvenes de Paz, como les ofrece Petro, en serio, qué ingenuidad. Buenaventura merece no temer por su vida, cuando de nuevo ronda el fantasma de las casas de pique, ¿las recuerdan?

Luego sí, señores del Gobierno, hagan lo que tuvieron que hacer sus antecesores hace décadas: combatan la corrupción histórica, inviertan en la salud, la educación y el empleo, y salven a todos esos jóvenes que aún pueden tener otra opción distinta a delinquir, para que Buenaventura sea lo que debería ser: una potencia portuaria y no un pueblo abandonado a su suerte, por donde se mueve la riqueza y, por desgracia, la violencia más brutal, que trae consigo la droga.

@pagope