Bajo cualquier métrica histórica, estamos gozando una bonanza cafetera. El precio de carga en $ 2,8 millones, representa un aumento de casi 120 % frente el año pasado. Con precios que llegan a los US $ 3,20 la libra, el PIB cafetero creció 33 % durante los primeros nuevos meses del año. Además, con una producción que podría superar los 13 millones de sacos, la cosecha rondaría los $ 13billones. Sin embargo, este éxito tiene un sabor amargo: el programa de forwards de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC). Aunque la FNC pre-compró la cosecha de café a un buen precio, sus cooperativas afiliadas prefirieron incumplir. Este pasivo creciente, en medio del alza de precios, pone en jaque las finanzas de una de las instituciones pilares del país. ¿Cómo se resuelve? No es tan claro.

En el marco de una estrategia del gobierno Duque de formalizar el agro, la FNC montó una estrategia de compra de café para entrega futura. Se buscaba cooperativas cafeteras para pre-comprar su cosecha, muchas veces sin contratos formales, utilizando apenas mensaje en WhatsApp. Mientras acumulaba posiciones de compra en Forwards, hacía ventas por esos montos en futuros. Este programa, que empezó en 2017, referenciaba precios entre US 0,80 y US $0,90 por libra de café durante el periodo 2018-2020, la FNC hizo plata con la iniciativa. El problema surgió con el alza de precios: cuando el café llegó a US $1,10, las entregas empezaron a quedarse cortas, con US $1,50 la no entrega se generalizó. La consecuencia patrimonial para la FNC se puso complicada.

Para entender la equivocación, es clave comprender la diferencia entre un forward y un futuro. El primero se hace a la voluntad entre dos privados que hacen compromisos de compra futura, pero el cumplimiento está sujeto a cumplir un contrato, otras palabras, en un forward existe riesgo de incumplimiento bilateral. Mientras tanto, los futuros son contratos de compra estandarizados donde el vendedor no conoce el comprador, usualmente hay un intermediario que hace que se pague y sino hace efectivo el colateral.

La FNC compraba con forward (expuesta al riesgo de la contraparte) y vendía futuros, donde sin duda le iban a exigir que pagara. Cuando se disparó el precio, las cooperativas prefirieron incumplir para aprovechar el precio alto, cerca de 700 cafeteros vendían su café y no lo entregaban. En vez de demandar el incumplimiento, una solución políticamente complicada, se decidió socializar la pérdida, para que muchos pudieran privatizar la utilidad adicional.

¿De cuánto es el daño? No es tan claro porque sobre estos temas no hay transparencia. La nueva administración no ha podido liquidar los contratos. Se estima que hay 3000 contratos pendientes, equivalentes a cerca de 700 mil sacos. La FNC viene haciendo un ‘roll-over’ permanente de este pasivo que no se sabe su costo real por falta de transparencia. Irónicamente, los altos precios del café, motivo de jubilo colectivo, son la mayor preocupación de la FNC, cuyas finanzas se deterioran. Sin tener detalles, esto podría costar entre $ 400 mil y un billón de pesos. No creo que haya plata del gobierno para regalarle a la federación, pero al mismo tiempo un pilar institucional del país no puede caer. Un buen inicio sería que el señor Bahamon y el presidente se tomaran un café.