¿Han tratado de caminar en Cali? ¿Recorrer un trayecto de algún barrio a pie? ¿Se han preguntado por qué la gente camina por la calzada vehicular y no por los andenes? La respuesta es sencilla: no hay por dónde hacerlo.
Los andenes están destruidos, intervenidos por remodelaciones no autorizadas; invadidos por motocicletas atravesadas arbitrariamente; por ventas ambulantes con carritos, fogones, sombrillas, parrillas, sillas y mesas que ocupan toda la vereda; convertidos en parqueaderos y ocupados por negocios formales que extendieron sus espacios de trabajo, como sucede en la calle sexta dónde buena parte de los negocios invadieron hace años con pérgolas y terrazas o frente a en los estancos frente al Gato de Tejada, allí hay que correr mesas y botellas de cerveza para poder circular.
Existen zonas críticas para los peatones como el centro de la ciudad y barrios como San Nicolás y el Obrero (aspirante a ser polo turístico con la música salsa), que requieren de una intervención urgente para recuperar las zonas peatonales, algo muy complejo en una ciudad donde sus habitantes hacemos lo que nos da la gana, pero que se puede resolver.
Soy testigo reciente de un accidente por cuenta de un andén destruido por el uso de motocicletas y carros como parqueadero y terminal de transporte pirata en el oeste de la ciudad, un hombre que se dirigía hacia el monumento del Ancla metió el pie en un hueco y cayó sobre sus codos y rodillas en un pedregal que fue un andén, hecho un nazareno tuvo que levantarse y lo más dignamente que pudo seguir su camino sangrando y cojeando. Este accidente daría para una demanda a la ciudad por permitir que sus ciudadanos arriesguen la vida en zonas peatonales convertidas en trampas mortales por cuenta del robo de tapas, adoquines e intervenciones ilegales que hacen de estos lugares pistas de obstáculos esquivando desde escombros hasta excrementos de animales y personas. En Estados Unidos cada propietario es responsable del frente de su casa y un accidente causado por su mal mantenimiento es causal de millonarias demandas.
El deterioro de las veredas peatonales en zonas residenciales es el asunto más grave: no han recibido mantenimiento en años, están desactualizados en cuanto a normas de construcción, tienen todo tipo de rampas y desniveles, hechas de manera artesanal por los propietarios de las viviendas que hacen de ellos terrenos irregulares donde es fácil una caída, se les han instalado postes y cadenas para impedir el parqueo y en general están a merced del capricho de vecinos y comerciantes, sin que ninguna autoridad haga algo al respecto. Sé que hay problemas más graves que resolver, pero sin duda una ciudad sin espacios para caminar es una ciudad aún más hostil.