A pesar de la incertidumbre que se vive en la actualidad con relación a las amenazantes reformas para la prestación de los servicios de salud, lo esencial para el paciente es que se le pueda trasmitir confianza al tiempo que se le muestran caminos de esperanza.

El objetivo fundamental cuando se visita al médico es el alivio de una dolencia. Pero si la ciencia no puede erradicar el problema puntual, lo mínimo es asegurarle que aún en el más oscuro de los panoramas siempre hay algo positivo para hacer.

Cuando el paciente está finalmente sentado frente al médico lleva mucho tiempo anticipando el momento en el cual va a poder contar los detalles de sus quejas a un interlocutor magnánimo. Pero las limitaciones de la práctica profesional contemporánea obligan al médico a despachar eficientemente cada consulta, donde brillan por su ausencia la palabra amable o la explicación generosa. Pequeños detalles que siempre son posibles y representan un bálsamo en medio de la preocupación.

Si bien los avances de la medicina han contribuido a disminuir el sufrimiento de la gente, la falta de tiempo para las entrevistas con el personal de salud muchas veces echa por tierra los beneficios que la tecnología le puede aportar al enfermo. El énfasis en los sofisticados avances tecnológicos de los equipos de última generación o en los medicamentos más efectivos, ignora el poder curativo, casi mágico, representado en el simple escuchar al paciente.

El saberse comprendido trasmite confianza y modifica la disposición del paciente a cambiar su actitud frente a sus dolencias. El médico puede facilitar este proceso cuando:

· Toma nota atenta de lo que su paciente quiere decirle y se interesa por él como un ser humano.

· Jamás lo deja en el aire, especialmente si se trata de algo serio, si el paciente muestra una gran inquietud o si ha trasmitido razones válidas por las cuales considera que debe ser atendido de manera prioritaria.

· Lo motiva para que relate sus circunstancias y las razones que lo traen a la consulta.

· Elabora una historia clínica dentro de las limitaciones del tiempo.

· Explica con claridad la naturaleza del problema.

· Se asegura que el paciente comprenda el diagnóstico y las recomendaciones del tratamiento.

· Es sensible y comprende que muchas veces el paciente no manifiesta sus dudas porque le da vergüenza preguntar. Para asegurarse la comprensión, repite sus planteamientos después de haber averiguado si su explicación ha sido clara.

· En casos especiales ofrece la posibilidad de una llamada telefónica posterior a la consulta.

· Siempre tiene algún comentario positivo.

Las personas que buscan ayuda quieren confiar en el profesional que han elegido. Si el médico logra crear una atmósfera de cordialidad, con seguridad va a transmitir esperanza y con ello va a promover la salud.
Ese interés puede ser tanto o más provechoso que el mejor de los medicamentos. En suma, el saberse escuchado y comprendido inicia la batalla para combatir la enfermedad.