Dice el calígrafo japonés Ryuho Hamano, que si escribes “te amo” en diez computadores, es el mismo amor. Pero si escribes “te amo” a mano alzada, es cada vez un amor distinto, que lleva la emoción y el trazo del emisario.

No está de moda escribir cartas de amor a mano, lo cuál es lamentable, pues hasta el papel y la tinta elegidas hablan, y hay una huella humana en cada error, enmendadura, declive o colina empinada de interlineado.

De ese minimalismo de la tinta, el papel y el pincel, una verdadera veta marginal en medio de la era digital que nos rodea, viene a hablarnos Ryuho Hamano, embajador de la caligrafía japonesa en el mundo y perteneciente a un largo linaje de artistas calígrafos.

Llega a Cali por invitación de la Embajada de Japón en Colombia, Japan Foundation y la Feria Internacional del Libro de Cali, que se realizará después de la COP16, del 14 al 24 de noviembre.

Hamano nació en la ciudad japonesa de Fukui, es discípulo del legendario Fukuse Gaki, y hablará en nuestra ciudad sobre la importancia de la escritura a mano alzada en un mundo donde los niños saltan demasiado pronto a las tabletas, los teléfonos, los computadores.

Hasta el punto en que ya muchos jóvenes no pueden leer en escritura cursiva, por ejemplo, lo que resulta una forma de analfabetismo funcional.

Se nos ha dañado la letra, se cansan los dedos; tanto esfuerzo en la escuela por entrenar esa mano y hoy el protagonista es la yema del dedo pulgar.

Hamano hará muestras de su arte en varios escenarios de Cali, a los que ojalá acudan las familias, los colegios, pero también los artistas plásticos, periodistas, arquitectos, diseñadores gráficos, ilustradores y, en general, los amantes de la cultura japonesa.

El 20 de octubre a las 9:00 a.m. estará en la Cinemateca del Museo La Tertulia, para una charla y exhibición de caligrafía. Y ese mismo domingo a las 4:00 p.m., estará en Chipichape para hacer una muestra de su arte. Verlo es un deleite y un placer, pues se vuelve uno con el pincel y la tinta, y nos recuerda que no todo es desechable, pues cada figura que dibuja o escribe está hecha para durar cientos de años.

Yo me confieso aquí mismo, inspirada por el señor Hamano: escribo cartas de amor de mi puño y letra, ayer mismo entregué una por un aniversario, pero las mejores se escriben sin coyuntura ni agenda, solo porque sí, porque hasta el perfume de las muñecas queda impregnado en el papel y encontrarlas años después es un portal a lo que hemos sido.

Notas de agradecimiento, tarjetas de cumpleaños, felicitaciones y pésames, la escritura a mano es una joya de la que no deberíamos prescindir nunca. Tú, que lees esta columna, ¿hace cuánto no escribes una carta de amor a mano? Manos a la obra.