A propósito de las elecciones regionales y locales que se llevarán a cabo el próximo 29 de octubre, es bueno recalcar que Colombia es un país de regiones, tal como quedó mandatado en la Constitución Nacional de 1991 y que desafortunadamente los diferentes gobiernos nacionales como el Congreso de la República, por una u otra razón, no han desarrollado las normas y políticas necesarias para su aplicación.

A las personas que se oponen a la iniciativa de volver a Colombia, un país de regiones, les manifiesto que el esquema actual de país centralista que hemos tenido hace más de 100 años, poco o nada nos ha servido para resolver graves problemas de desigualdad social, corrupción, despilfarro, seguridad y violencia, padecidos por la mayoría de la población en las zonas urbanas y rurales, los cuales, en lugar de mejorarse han empeorado.

Esta problemática no se puede resolver desde el Gobierno Nacional, con la tesis de destinar mayores recursos para los departamentos y municipios, y menos con la idea de delegar mayores responsabilidades sociales, económicas o de orden público en los gobernadores y alcaldes, sin destinar los instrumentos necesarios para resolverlos, porque eso sería como ganarse la rifa de un tigre.

Es bueno anotar que países como España, que han sido un referente histórico para Colombia, han logrado importantes avances sociales, económicos y en materia de convivencia pacífica, a partir de que, desde hace varios años, tomaron la decisión de transformarse de un país centralista a un país de autonomías regionales, lo que les ha permitido, no solo tener un Estado bien organizado a nivel nacional, sino también con desarrollo económico, social y de convivencia pacífica en todas sus regiones.

En la búsqueda de una Colombia de autonomías regionales, es bueno anotar que el Presidente de la República y su equipo de gobierno, deben entender que, tanto la historia como el futuro del país, se construyen dialogando y concertando con los contrarios políticos y sociales.

En ese orden de ideas y por mi propia experiencia en los asuntos del Estado, sugiero que el Presidente Petro, en el marco de su iniciativa política del Acuerdo Nacional, estimule una gran reflexión nacional sobre la importancia de convertir a Colombia en un país de autonomías regionales.

Igualmente, sería interesante que los nuevos gobernantes regionales y municipales que resulten elegidos, solicitaran tanto al Presidente como al Congreso de la República trabajar un proyecto de ley que transformara los departamentos en Autonomías Regionales, a fin de procurar soluciones reales a graves situaciones de pobreza y violencia que vive la gente en las diversas regiones y municipios del país.

Si bien no es tarea fácil, tampoco resulta imposible. Lo importante es que tanto el gobierno nacional, como los gobiernos regionales y municipales, den el primer paso y que estos se constituyan en ejemplos reales y estimuladores para comenzar a trabajar unidos en la diferencia por esa Colombia de autonomías regionales que tanto necesitamos para garantizar el futuro democrático de nuestro país.