La propuesta planteada en ‘Proposiciones o varios’ del pasado domingo tuvo una respuesta afirmativa increíble. Cientos de voces adhirieron a la necesidad de salvar los mil árboles que hacen parte del túnel forestal entre Buga y Mediacanoa, amenazado por la ampliación de la vía que termina en Buenaventura. La gobernadora Dilian Francisca Toro nos escribió comentando que ya le pidió a la ANI y al contratista “que cambien el trazado”.
Marco Suárez, director de la CVC, nos dijo: “Buena idea, pero ten la tranquilidad total que no vamos a permitir ninguna masacre ambiental en el Valle. Apenas se está estudiando la solicitud del concesionario, pero ten la tranquilidad que vamos a proteger el corredor verde sin interrumpir el desarrollo sostenible de la región”. Wilder López, director de la Cámara de Comercio de Buga, también fue muy propositivo en convertir el problema en una oportunidad.
Las voces ciudadanas fueron fascinantes. Un atleta senior que participa en maratones en muchos sitios del planeta, nos recomendó hacer la Media Maratón Camino del Milagroso que podría llegar hasta el atrio de la Basílica y allí, en alto, hacer la entrega de trofeos. Los avistadores de aves están felices frente a la oportunidad de hacer ese recorrido por encima de la superficie acuática y apreciar así las especies migratorias y las autóctonas sin afectar el entorno. Pero una de las conversaciones que más me llamó la atención fue la de un exministro de Transporte que nos sugirió mirar experiencias en Colombia, cuando la alerta medioambiental ha sido el escollo para culminar una vía necesaria: “Mira la experiencia del constructor Mario Huertas Cote en Bolívar, sobre la Ciénaga de la Virgen”. Entré a mirarla, son 4,5 KM sobre pilotes en el agua, salvando el ecosistema sin sacrificar la vía; basta decir que ganaron el Premio Nacional de Ingeniería 2019. Lo de acá es mucho más sencillo, pues hay predios en ambos lados que permitirían ampliar la autopista salvando la alameda y dándole posibilidad al nuevo polo de desarrollo turístico y ambiental ‘Camino del Milagroso de Buga’.
Me sumergí también en las calidades del constructor de la vía: Sacryr, de origen español y uno de los más grandes grupos concesionales del mundo, presentes en 20 países de cuatro continentes. El ‘Risk Rating Sustainalytics’ la define como “la empresa más sostenible del sector de infraestructura y construcción de España”. Se observa su compromiso con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la ONU para 2030, la iniciativa internacional más ambiciosa para el desarrollo sostenible”. En cada uno de nuestros proyectos, respetamos los límites del planeta y los recursos naturales”. “Construimos infraestructuras innovadoras, resilientes y respetuosas con el medio ambiente”, son frases extraídas en sus informes y que anhelamos sean coherentes con su práctica.
A su vez, España es rica en alamedas y paseos que se transformaron en polos de desarrollo turístico. La alameda de Osuna, con homenaje a asentamientos militares antiguos; la de Hércules en Sevilla, con rica zona para conciertos y exposiciones al aire libre; el Paseo de los Tristes en Granada, llamada así porque por allí pasaban los cortejos fúnebres y hoy es concurrida calle romántica y bohemia; también hay alamedas famosas en Valladolid y en Zaragoza bordeando su río Arlanzón.
Con estos antecedentes, veo una oportunidad para ambos. Para nuestra región salvar los árboles; para los constructores españoles diseñar una propuesta, también para ellos económicamente atractiva, de embellecimiento y utilización de ese camino e inclusive traer ideas rentables para desarrollar con la experiencia ibérica. Se trata de hacer historia, salvando los árboles, pero dejando huella al convertir un escollo en una gran oportunidad.