El nuevo MinInterior dijo que buscaría un “acuerdo nacional que permita la posibilidad de convocar una asamblea nacional constituyente bajo los parámetros de la Constitución del 91″.

Cristo es el ejemplo típico del camaleón. Había sostenido que la constituyente era “una mala idea, es inviable”. Pero ante la oferta del ministerio ahora defiende lo que antes atacaba. Si en verdad consiguió los apoyos de Santos, los conservadores y Char, podría reconfigurar el juego dentro del Congreso.

Ahora, si se quiere sacar adelante una constituyente “bajo los parámetros de la Constitución del 91″, no podrá ser durante este gobierno. No alcanza el tiempo y no tienen las mayorías. Sin duda, no se tienen entre los ciudadanos, no solo porque la desaprobación de Petro es el doble que su aprobación sino porque la constituyente misma tiene muy poco apoyo, incluso entre los petristas.

Dicen algunos que, a pesar de las declaraciones de Cristo, Petro se saldrá del marco constitucional. Estaría dando un autogolpe destinado a fracasar.

¿Por qué insiste Petro en la constituyente? Porque la variante del “poder constituyente” le sirve a Petro y a la izquierda para hacer campaña desde ya para el 2026. Porque distrae.

Hablamos de la constituyente en lugar de la corrupción y los escándalos que se suceden sin pausa, el colapso de la economía y el fracaso sangriento de la “paz total”, o de exigir que el CNE ratifique la violación de los topes, que la Fiscalía avance en los casos contra el círculo íntimo de Petro y que la Comisión de Acusaciones de curso al juicio por indignidad.

Porque la constituyente le sirve a Petro para excusar el desastre general de su gobierno. La culpa deja de ser de él y empieza a serlo de las instituciones y a las normas jurídicas que, en su discurso, impiden el cambio prometido.

Pero no es verdad. Nada de culpa tiene la Constitución de 1991. De hecho, esa constitución sí es el acuerdo nacional del que hablan. Pocas cosas habría que cambiarle y ninguna es urgente ni es responsable del ruinoso e incompetente gobierno de Petro. Lo que hay que hacer es cumplirla y desarrollarla, no usarla de excusa del fracaso del gobierno.

La constituyente no arregla nada y en cambio si trae muchos peligros. Produce inestabilidad, genera aún más incertidumbre desestimula la inversión, y es un riesgo para la democracia y para el desarrollo económico porque, aunque ahora digan que la constituyente sería en el próximo gobierno, nadie duda de que el propósito es la de permitir la permanencia de Petro o de los suyos en el poder, y porque su intención final es acabar la economía de mercado y establecer un modelo socialista y estatizante.

No, no necesitamos una nueva constitución, necesitamos un gobierno bueno y decente. Y otro presidente, por cierto, porque este no solo no dio la talla, sino que hace un daño inconmensurable.