Se trata de la vigilancia permanente y responsable, por parte de los ciudadanos y de las autoridades municipales, de lo que sucede en su ciudad en tanto sus usos y construcciones, lo que por lo además contribuye a su seguridad ante la delincuencia y las amenazas como sismos, vendavales, inundaciones e incendios, como igualmente al movilizarse por ella y que esta sea más funcional.

Control del comportamiento de los ciudadanos, para que este sea correcto y respetuoso de los otros, en su utilización personal de los antejardines, jardines, andenes, ciclovías, calles, avenidas, plazas, paseos, parques y zonas verdes; es decir que mediante su permanente educación cívica, dichas conductas pasen, por lo tanto, a formar poco a poco parte de su cultura de ciudadanos y urbanitas.

Comprobación mediante inspecciones regulares, o que sea solicitada por sus vecinos, de que el uso de las diferentes edificaciones sea el indicado y permitido para cada uno de sus diferentes niveles; que su mantenimiento sea pertinente y oportuno para no molestar al vecindario; y que las diversas modificaciones que sean necesarias se hagan luego de que sean autorizadas previamente.

Verificación de que la ocupación del espacio de los lotes de la ciudad por parte de las distintas edificaciones a construir en ella, solo sea, en todas sus tres dimensiones, la autorizada; como igualmente la ratificación en las obras, antes de que estén totalmente terminadas, de que su imagen sí va a ser la misma que fue aprobada para sus fachadas, cerramientos, cubiertas y vegetación.

Confirmación previa, en la totalidad de las nuevas construcciones, ya sean estas públicas o privadas, del estricto cumplimiento en ellas de todas las normas vigentes en la ciudad, tanto las urbanas, paisajísticas, arquitectónicas, de diseño y constructivas, como igualmente algunas otras que sean pertinentes según sea cada caso dependiendo de presentar circunstancias especiales.

Vigilancia permanente de todo el patrimonio construido que sea considerado de interés cultural, o lo pueda ser, y de que su uso sea el más indicado para su debida protección, y que no se realicen en él modificaciones o demoliciones parciales o totales sin el permiso respectivo, y que este sea antes verificado por todas las dependencias locales y nacionales pertinentes para cada caso.

Inspección periódica de todas las edificaciones de la ciudad para confirmar allí mismo el uso racional de la energía eléctrica, el gas y las telecomunicaciones, y lo mismo el del agua potable y la de las lluvias, y su correcta evacuación para reusarlas en la edificación misma o, separando las contaminadas de las limpias, para facilitar su conveniente reutilización en otras partes.

Observación diaria de la correcta disposición de todos los sobrantes y desperdicios de las obras, y que estén separados unos de otros, como también la de las basuras de las edificaciones en uso, de tal manera que no se vean en el espacio público ni contaminen el medio ambiente, y para poderlos reciclar ya sea en las edificaciones mismas o en otras partes del barrio, el sector o la ciudad.

Pero para que se realicen estos controles es preciso que los ciudadanos vigilen a las autoridades para que los hagan a tiempo. Son controles que se llevan a cabo en muchas ciudades del mundo, y la pregunta es entonces por qué es que no los hay en otras o son inexistentes en algunas.