La COP16 ha concluido, dejándonos con una mezcla de resultados positivos y desafíos pendientes. Si bien no se logró establecer el fondo multidonante para apoyar la biodiversidad ni asegurar compromisos específicos de los países en este ámbito, hubo avances importantes.

Uno de los logros más destacados fue el reconocimiento de las comunidades como actores clave en la protección ambiental, así como la creación del Fondo Cali, que canalizará recursos de industrias que utilizan información genética de plantas y animales para ayudar a los países proveedores a proteger su biodiversidad.

A nivel nacional, la COP16 fue un éxito rotundo. Contó con una participación masiva tanto de delegaciones oficiales como del público general.

Durante dos semanas, Cali vivió un ambiente festivo y comprometido, donde el cuidado del medio ambiente se convirtió en el tema central de conversación. A lo largo de la ciudad, sector público, colegios, universidades, empresas y ONG se involucraron activamente en debates y actividades orientadas a la restauración, conservación y adaptación ecológica.

Más allá de los logros visibles, la COP16 también permitió que Cali se consolidara como un ejemplo de innovación y adaptación en el ámbito de los eventos internacionales.

Gracias al esfuerzo conjunto de las autoridades locales, los sectores público y privado, al igual que la ciudadanía, la ciudad demostró su capacidad para albergar un evento de esta magnitud con profesionalismo y creatividad.

Esta capacidad no solo pone a Cali en el mapa global, sino que abre las puertas para futuros encuentros internacionales que beneficien la economía local y fortalezcan la identidad cultural de nuestra ciudad.

Es motivo de orgullo que nuestro país, y Cali en particular, puedan albergar eventos de esta magnitud con la calidad que se demostró en la COP16.

El Centro de Eventos estuvo a la altura, con pabellones de talla mundial y más de 1000 m² construidos en tiempo récord para recibir delegaciones internacionales.

La Zona Verde, visitada por miles de personas a lo largo de los 12 días, se convirtió en el epicentro de una agenda climática global y ciudadana.

No es de extrañar que el Secretario General de las Naciones Unidas destacara la hospitalidad del evento como “El efecto Cali”: un ejemplo de armonía, amabilidad y civismo que dejó una profunda impresión en los visitantes.

El desafío ahora es mantener esta energía positiva. Las muestras de civismo y el compromiso ambiental deben continuar, con o sin visitantes internacionales.

Como caleños y colombianos, tenemos la oportunidad de cuidar nuestra biodiversidad, nuestros recursos naturales y el atractivo de una ciudad que cautivó a tantos.

Cali merece más eventos de este calibre; hagamos de ella un espacio digno de recibir al mundo una y otra vez.