En Cali celebraremos un evento maravilloso que ayudará a descontaminar la naturaleza, despejará el futuro del planeta y nos hará más responsables de nuestro papel como humanos. Aún más, en su simbología a través de la flor, permite transmitir un acto de paz, de reconciliación, emoción y alegría representados en los colores de las Naciones Unidas.
Cali se ganó este evento y pareciera que respiráramos optimismo, cordialidad y buena vibra. Sin embargo, es importante señalar que el denominado ‘medio ambiente’ no solo se concreta en las bellísimas aves, en los ríos y montañas, en el verde de la naturaleza. El mundo emocional también permea el ambiente, el modus vivendi, en forma constructiva o destructiva. Cada vez es más preciso el reconocimiento al papel de las emociones y lo que ellas ‘hacen’ con nosotros. Cómo las sensaciones que experimenta una persona ‘invaden’ el aire público y privado cargándolo de resentimiento, odio o venganza. O también de gratitud, compasión, solidaridad…
Entonces, golpea muy fuerte reconocer la cantidad de odio que acumulamos. La naturaleza humana está repleta de agresividad, desprecio, descalificación, estados más que tóxicos y contaminantes. Las redes han permitido la multiplicación de terroristas emocionales que no les importa disparar su odio a donde sea, porque “tengo derecho”, “si otros lo hacen, yo también”. Por donde se destape están los guerrilleros emocionales, disparando a diestra y siniestra. Se dice que el mundo vivirá otra pandemia y con seguridad se manifestará en la salud emocional de la población. Porque entre todos la estamos fabricando, con cada mensaje descalificador y despectivo, con cada vómito de odio y rencor. Las redes se convirtieron en cloacas y el que quiera vomita allí su resentimiento como si su mensaje no lo recibiera ‘algún otro’ contaminando su espacio.
Nadie dice que no se escriba, o que se niegue la posibilidad de una expresión. Pero creer que, como a mí no me afecta, me da licencia para vomitar lo que se me antoje, es como creer que como todos defecamos, lo podemos hacer en cualquier lugar…
La COP16 necesita salud emocional. No todo está ‘afuera’. El ambiente debe ser más sano y gratificante no solo alimentado de naturaleza, sino también de actitud. De nada sirve embellecer la casa cuando los que la habitan andan con cuchillos y pistolas. ¿Quién terminará viviendo en esa casa ‘hermosa’ pero cargada de energía repugnante?
Desarmar los espíritus es también un tema ambiental. Convenio sobre diversidad biológica, incluye la vida y actitud del humano. Porque al paso que vamos, serán los animales los que más cuiden el planeta y mejor se relacionen entre ellos. Los humanos le ‘damos con toda’ a destruirnos y a destruirlo. ¿Quiénes están más cerca de las bestias? ¿Quiénes más cerca de los dioses?
Empiece por usted mismo. ¿Cómo es su lenguaje? ¿Cómo se comunica? ¿Qué tan terrorista emocional es? ¿Qué tanto dispara rencor y resentimiento? ¿Cuántos mensajes cargados de odio visceral manda a diario? Sí, puedo asistir a miles de conferencias y paneles, puedo codearme con los más expertos ambientalistas, pero si es mi ‘ambiente interior’ el que está contaminado, ingenuo esperar que el cambio suceda porque los otros lo iniciaron. Usted también es planeta. Usted también inhala y exhala aire y energía. Esto comienza por cada quien…