No nos referimos al bambuco icónico del músico Pedro Morales Pino, compositor vallecaucano de comienzos del siglo pasado. Hablamos de las cuatro cuestiones que todo gestor público debe plantearse antes de lanzar un proyecto. Primero, ¿cuánto costará? Segundo, ¿de dónde vendrán los fondos? Tercero, ¿quién lo llevará a cabo? Y cuarto, ¿quién controlará?

Estas preguntas constituyen la esencia de la actuación democrática. Es indispensable conocer el valor de las promesas de los gobernantes, establecer con claridad los términos y condiciones de su financiación, verificar quién se encargará de la ejecución y conocer los mecanismos de control.

Las recientes intervenciones del gobierno del presidente Petro en la Guajira no responden suficientemente estos interrogantes. Muchos proyectos prometidos parecen ilusorios; uno entre ellos es un aeropuerto internacional para una zona turística donde aún faltan infraestructuras básicas y elementales.

Ya se han señalado las fisuras constitucionales que la emergencia económica decretada al calor del Caribe sin que pueda demostrarse un hecho grave y sobreviniente impedirán casi con certeza que el examen de las Altas Cortes dé luz verde a los sueños autocráticos.

Además, dentro del régimen de emergencia económica que se declaró en la Guajira para facilitar las contrataciones públicas surge otra incógnita: dada la historia local con tremenda corrupción pública, ¿existe algún mecanismo garantizado por el gobierno nacional para asegurar legalidad y transparencia?

Finalmente, surge el asunto más inquietante ¿quién controlará todo esto? No es ningún secreto que este gobierno tiende a rechazar controles institucionales. Sin embargo, esperar que las obras prometidas salgan bien sin supervisión efectiva, resulta ilusorio e imprudente.

También en la Guajira y para ponerse a tono con el ambiente de feria y piñata de los recursos públicos, se suscribieron los decretos que dieron vida al tantas veces criticado Ministerio de la Igualdad y Equidad. Mal precedente, pues el festín burocrático llevará pronto a la creación de un ministerio del Aire Limpio o un ministerio del Cambio Climático…

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Posdata: Es de elemental justicia afirmar que Fernando Savater es actualmente un referente en las letras y filosofía españolas, e incluso consideramos que es una figura clave para la hispanidad. Su obra emblemática, ‘Ética para Amador’, ha sido traducida a 26 idiomas y sus tirajes son millonarios. Puede decirse que lo que escribe u opina Savater es de amplia trascendencia en el mundo.

Savater ha recibido decenas de premios y condecoraciones. La humanidad reconoce su férrea defensa de los valores civiles frente a la remetida terrorista de la ETA en épocas del separatismo vasco. Sus columnas periodísticas son bastiones del ejercicio inteligente y decente de la libertad de prensa.

Importa a todos los colombianos, entonces, conocer la opinión de Savater sobre el presidente Gustavo Petro, a quien llamó ignorante en repetidas ocasiones y en distintas facetas del conocimiento humano. Petro es presidente de todos los colombianos, luego el crudo dictamen de Savater afecta a quienes votaron y a quienes no votaron por él. No conocemos aún el trino en el cual Petro responde a las acusaciones de Savater.