Dieciséis años después de la abolición de la esclavitud en Colombia en 1851, apareció la que es considerada la primera novela romántica de América: ‘María’, de Jorge Isaacs, en la que se dan a conocer, en los entornos bucólicos del Gran Cauca, los usos y costumbres de los descendientes de esclavos en las haciendas cañeras.
Aparece ahí la mención del baile “bambuco viejo”, el cual alude, en las riberas de los ríos del litoral del Pacífico, al ‘currulao’, el ritmo que, así se deduce de estudios históricos, llegó hasta aquí en el lomo de la marimba, traída en los barcos negreros desde África Occidental.
Aún, en el Pacífico colombiano, los músicos viejos, las cantadoras, los tocadores de bombo o cununo, mayores de 70 años, hablan de “bambuco viejo” para denominar este ritmo que se toca con marimba, cununo, bombo y guasá, y que tiene en sus notas líquidas mucho de la candencia africana, particularmente de la zona de Zimbabwe.
El guasá es una maraca cilíndrica y el cununo, tambor que en ocasiones es templado con cuero de tatabro, puede ser ‘macho’ o ‘hembra’, según su sonoridad.
Para los Torres, famosa familia de ‘luthiers’ de Guapi, la elaboración de una marimba está sujeta al corte de la madera, chonta y guadua, acorde a las fases de la luna y al ritmo de las mareas. Así, el nacimiento de una marimba responde a un proceso natural y orgánico, del cual se desprende su sonoridad. Las baquetas o timbales que requiere están rematadas con pequeñas masas de caucho.
Después de la esclavitud, la población afrocolombiana se replegó en la selva profunda del Pacífico, junto a los ríos, en esta, una de las costas más grandes e inexpugnables del mundo. Se extiende por 1.300 kilómetros desde Punta Ardita, en límites con Panamá, hasta Cabo Manglares, en cercanías de Esmeraldas, Ecuador. Zona de ríos caudalosos, con un bosque rico en maderas como chanul, chaquiro, sajo, otobo, tagua, chachajo, tangare, además de enormes manglares, vivienda de cangrejos, peces, moluscos y caracoles.
El currulao es una danza de seducción, en la que el hombre busca afanosamente la aprobación, el amor de su pareja. Él la corteja con el pañuelo, la llama con ademanes galantes, y ella inicialmente rehúye estas galanterías, da la vuelta, para expresar que no acepta, y luego cede a la invitación amorosa. Es cuando se trenza con el parejo en un baile circular que en ocasiones tiene la cadencia de una ola. Va y viene, suavemente, en señal de aceptación y de armonía.
Así, el currulao tiene dos pasos básicos; uno, transversal, y otro circular.
Se baila agitando el pañuelo arriba, en un giro muy parecido al de la marinera peruana y la danza zapateada de los tucumanos en Argentina, mientras ella toma su falda de las puntas, de manera coqueta. Los bailarines ejecutan esta danza descalzos. Él, vestido de blanco, con los pantalones arremangados a media pierna, como lo llevan los pescadores, para evitar mojar el ruedo de la prenda cuando desembarcan de sus lanchas o canoas, con pañuelo rojo o de otro color, anudado al cuello, y sombrero.
El faldón blanco de las mujeres prevalece también en la vestimenta típica panameña, propia para bailar tamborito, herencia de los tiempos en que este territorio perteneció a la costa Pacífica colombiana.
El currulao tiene unas variantes que son conocidas como abosao, berejú, bámbara negra, caderona; un ritmo del Perú negro, el Landó, tiene semejanza con esta danza, en su estructura rítmica.
Además de algunas regiones de África, donde se le conoce como balafón, con un eco percutivo ligeramente distinto a los canutos de guadua del Pacífico Sur colombiano, nuestra marimba tiene hermanas en el Golfo de México, en Veracruz. En Indonesia, particularmente en Bali y Java, una marimba cuyos percutidores no son de guadua, sino de calabaza, es conocida como gamelán.
La parte norte del Pacífico colombiano, donde se sitúa el Chocó, recibió aporte europeo en su cultura danzaria y en instrumentos musicales. Así, en el Chocó, se desarrollaron formas nativas de bailes, inspiradas en danzas europeas como la jota, la polka y la contradanza.
A diferencia del currulao que practica de cierta forma el dibujo del ocho en el piso, a la manera del tango, la jota va a saltos. Su nombre viene del antiguo “xota” o “xauto”, que significa salto. Las parejas se intercambian y se encuentran en el baile, dentro de un tejido lúdico, no exento de erotismo.