Los hinchas del Deportivo Cali completamos dos años viviendo una dolorosa realidad: ya nuestro objetivo no es salir campeones como en otros tiempos, sino poder entrar, al menos, en los ocho mejores de la Liga. Y ni hablar con ilusionarse por llegar a la etapa definitiva de una Copa Libertadores, eso ahora resulta imposible, más cuando la tabla del descenso aqueja cada vez que el equipo pierde puntos increíbles como los de este miércoles frente al Tolima.

¿Cómo llegamos a esto? Esa es una pregunta que no alcanzaría a resolverse en estos escasos párrafos. Son tantos los errores que los dirigentes de cada etapa han cometido en materia económica y deportiva, que francamente dan ganas de sentarse a llorar. Sin embargo, ¿en dónde está la responsabilidad y el amor que, se supone, tienen los socios por el equipo?

El pasado sábado se iba a llevar a cabo una asamblea para hacer la dilatada elección del quinto miembro de la junta directiva del club. Y cuando todo parecía listo para que la democracia del equipo hablara, los socios volvieron a fallarle a la institución: para realizar la votación, se necesitaba que al menos asistiera la mitad más uno de los asociados habilitados para votar (es decir, 509 personas), pero el sábado solo aparecieron 233 y, el domingo, 285. La situación ya se ha repetido en varias oportunidades y parece no tener remedio.

Muchas veces los hinchas criticamos con justa causa los pésimos directivos que hemos tenido, los jugadores mediocres que han llegado al equipo y hasta los malos arbitrajes, pero pocas veces reflexionamos sobre el papel a veces nulo y lleno de desidia de los socios que, a fin de cuentas, parece que no se han dado cuenta del poder que tienen para exigir y luchar para cambiar el panorama.

El hincha del común, el que anda a pie, el que quizá nunca ha pisado la hermosa sede de Pance y la elegante sede de la Vásquez Cobo, le ha dado a los asociados una lección: llenar Palmaseca cada lunes o viernes a las 8:30 de la noche sin importar lo mal que vaya el equipo en la tabla. Si esas personas hacen ese esfuerzo, a veces sobre humano, por acompañar al Cali, ¿Por qué es tan difícil para los que sí tienen voz y voto levantarse más temprano un fin de semana e ir a hacer sentir su posición?

Criticar, supongo, siempre será más fácil si se hace desde la comodidad del baño turco de alguna de las sedes, pero lo que hoy requiere el Deportivo Cali para salir adelante no es solo un equipo competitivo y un técnico que tome buenas decisiones, sino también una participación activa de sus socios, que necesitan recuperar la pasión y el amor que algún día sintieron por los colores veriblancos.