Ingenuamente, creía que ya acercándose el fin de la administración Ospina y dados sus bajísimos niveles de aprobación, sus actuaciones se limitarían a asegurar una transición tranquila con la siguiente administración. Me equivoqué.
Subestimé el final de la negligencia administrativa que nos ha atormentado durante 4 años. La feria virtual, el contrato de 100 mil millones de pavimentación, la fallida Cali Inteligente son solo la punta del iceberg. La administración Ospina destapa sus cartas de última hora y mientras todos estamos entretenidos con la campaña electoral, en la alcaldía se mueven las fichas que mantendrán el desorden de esta administración por años.
El primer gran desastre que plantea Ospina en esta recta final es la desfinanciación del Tren de Cercanías. Durante su administración este proyecto evolucionó en contra de la desidia. Como no podría inaugurarlo, Ospina solo dio largas. Ahora que es el momento definitivo, amenaza con retirar los compromisos si el proyecto no contempla la creación de un ramal adicional. Más allá de si es necesario o no el ramal, que se podría hacer en una etapa posterior, Ospina hace el planteamiento sin estudios de factibilidad y sabiendo que esto solo retrasara el proyecto. ¿Será este un cálculo político o responderá a motivaciones económicas?
El segundo, es la improvisación en la cancelación del contrato de alumbrado público. Si bien es cierto que esta concesión que se dio hace más de 20 años es polémica, el servicio de alumbrado se venía prestando de manera eficiente. Ante el vencimiento de la concesión, lo natural debió ser la apertura de un nuevo proceso que permitiera la participación de varios proponentes, garantizando un muy buen servicio y logrando reducciones en la tarifa de alumbrado. No fue así. La administración decidió que Emcali será el prestador del servicio. Como no pudo constituir hace unos años una empresa que se llamaba Cali Inteligente, hoy improvisa presentando al concejo la creación de una nueva empresa y a la vez crea una unidad interna en Emcali para hacer lo mismo. Lo preocupante es que esto no es un ejercicio de papel. Se requieren vehículos, personal e iluminarias para que la ciudad no quede a oscuras. Si no saben quién va a prestar el servicio, mucho menos tienen la experiencia para hacerlo.
La última de las acciones intrépidas de última hora es el traslado del servicio de aseo a Emcali. Al igual que con el servicio de alumbrado, con movimientos de contratos pretenden desconocer las razones mediante las cuales se concesionó el servicio de aseo. Garantizar el pago de las pensiones de los trabajadores de Emsirva y asegurar la prestación del servicio de aseo en la ciudad. Ambas se han logrado en los últimos años, pero la alcaldía está obsesionada en trasladar los contratos de Emsirva a Emcali dejando desprotegidos a los pensionados y cambiando las condiciones de la prestación del servicio.
Emcali resulta ahora la mágica tabla salvadora cuando ha demostrado que hoy no es capaz ni siquiera de prestar de manera eficiente sus servicios básicos. Poca tranquilidad genera que pretenden atornillar a un gerente de poca gestión por los próximos cuatro años.
Seguramente hay más actuaciones improvisadas y motivadas por ideologías, oscuros intereses y cálculos políticos. Lo único que quedará de esta administración es una ciudad unida en la necesidad de revivir, pero destruida en su capacidad administrativa, de gestión y con los recursos económicos totalmente comprometidos.