¿Cuántos están entrenados en hojas de cálculo? El concepto es tan viejo como las matemáticas pero haber pasado del lápiz y papel a un programa que permite predecir un futuro numérico aplicando fórmulas a una cuadrícula llena de datos, puso la planeación financiera al alcance de todos.
Si su uso fuese más universal, quienes viven a crédito, se darían cuenta de los rotos que tiene el barril que nunca van a ser capaces de llenar. Verían igualmente cómo un ahorro regular proyectado años adelante da sosiego económico.
Pero esta destreza escasea entre políticos soñadores, empezando por quien confesó que se había “despiporrado” en los cálculos del sistema pensional lo que lo había llevado a afirmar que cualquier aumento en la edad de pensión, tendría que pasar sobre su renuncia. Lo único que hay que hacer es digitar los numeritos de lo que entra, lo que se paga y proyectarlos con datos de natalidad y mortalidad a 50 años. Es lo que hacen en todo el mundo quienes analizan con algún grado de responsabilidad la sostenibilidad del sistema pensional.
Es obvio que en la medida en que aumenta la longevidad y disminuye la natalidad, no son muchas las opciones para equilibrar el sistema. O se aumenta la edad de jubilación, o se aumentan los impuestos/contribuciones, o se disminuyen los beneficios. Colombia comparte con muchos la irresponsabilidad de no tener suficientes reservas, por lo que le muerde 129 billones, o 37%, al presupuesto para poder pagar pensiones y deuda.
Lo popular es “vivir sabroso” disfrutando la fiesta hoy, especialmente si quienes detentan el poder resuelven decretar para ellos unas pensiones en las que la diferencia entre lo que aportaron y lo que reciben es de mil millones. El 0,3% se embolsilla el 10% de los pagos.
¿Cómo no va a ser el público el sistema preferido por todos?
Todo lo que representa sacrificarse, ahorrar ahora, para tener un futuro mejor, será siempre impopular, y es más cómodo patear la cuenta al futuro. Ya verán qué hacen los nietos. Los franceses han incendiado su país por dos años de aumento en la edad. Si los cálculos demuestran que el sistema es insostenible no les importa.
Quien sea capaz de hacer una proyección con un mínimo de seriedad, entiende que hay que hacer algo. Ya no tienen sentido los artificiales límites de 58 y 62. Una sana solución es dar libertad para escoger la edad con un pago progresivamente mayor. Quien se jubila a los 60 recibe una suma, si lo hace a los 70 la mesada es mucho mejor. Aritmética elemental en una hojita de cálculo.
Otra opción surge de la creatividad del genial líder. Quienes desarrollan novedades en programación están excitados. Le van a agregar la función ‘despiporre’ a la sección de fórmulas de las hojas de cálculo y en forma inmediata se podrá ver el fantástico resultado: no importa qué datos digite, la función corregirá la proyección, con lo que será posible prometerle a ilusos electores lo que quieren oír. Se logra así, la muy socialista práctica de desconectar los deseos de las cifras. Cuando se despiporre la inflación y los viejos reciban, como nuestros vecinos, la puntual mesada de 7 dólares, siempre se podrá inventar otra función que disemine la fantasía.