No es nada fácil dar una descripción breve de lo que es el gobierno que se instaló en Colombia el 7 de agosto de 2022. Parece acertado decir que tanto el presidente Petro como su gobierno están desubicados. Petro considera que no es el primer mandatario de un país que representa un 2 % del concierto de las naciones, sino que él es, por definición propia, un líder de talla mundial.

Su intervención en la reciente conferencia ambiental COP 28 fue sencillamente patética. Mezcló conceptos, nombres, situaciones, propuestas y protestas en una forma tal que el periodista Felipe Zuleta no dudó en calificar como “cuchuco mental”. Hasta ahora nadie ha dilucidado la razón por la cual se relaciona a Hitler con la clase media y con los hidrocarburos.

Todo parece indicar que los ambientalistas, muy a su pesar, están abriendo la puerta de nuevo a la energía nuclear, la cual ya había sido proscrita de varias naciones, pero los extremistas del ambiente no se resisten admitir que no hay energía más costosa que la que no se tiene.

Las grandes multinacionales del petróleo han expresado que continuarán en su actividad hasta más allá del 2030, sin importar lo que Petro afirme, denuncie o solicite. La realidad es que solamente cuando se establezcan recursos alternos y seguros de energía el mundo seguirá dependiendo de las fuentes fósiles.

La verdad es que Petro hubiera podido ahorrarle al país los gastos de su viaje número 35 al exterior y decirle al mundo desde la Casa de Nariño, vía digital, que tiene algunas inquietudes sobre la materia. La desubicación de este gobierno de la “trinorrea” se demuestra con el veloz mensaje que se envió a Guatemala para inmiscuirse en un problema electoral interno y el preocupante silencio de dos días frente a la agresión de Venezuela contra su vecino Guyana.

El contencioso limítrofe de la región de Esequibo está al cuidado de los organismos internacionales, pero Maduro, fiel a su talante despótico, resolvió inventarse un tema de soberanía nacional venezolana y procedió a las patadas a apropiarse de los recursos naturales guyaneses. Ese es el régimen con el cual el gobierno de Petro ha planteado posibles negocios binacionales.

Parece que la atmosfera chavista que se respira en Venezuela afecta el sentido institucional de quienes allá viajan. En el reciente Festival del Libro de Caracas el Presidente Constitucional de la República de Colombia soltó esta herejía: “… la Constitución del 91, la Constitución colombiana aún vigente es ficción. Es como un libro de García Márquez. Son palabras escritas, no se aplican en Colombia…”.

Es imposible encontrar en la historia presidencial de nuestro país un anatema de semejante calibre, proveniente además de quién deriva su poder de lo prescrito en la Constitución de 1991, cuyo cumplimiento juró el ciudadano Gustavo Petro Urrego el 7 de agosto de 2022. Si en Colombia existiera la figura del ‘ombudsman’, empoderado y actuante, la continuidad de quién atentó de tal manera contra su propia legitimidad estaría en entredicho.

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Para la región es una excelente noticia el establecimiento de relaciones de colaboración armónica entre los nuevos alcaldes, la Gobernadora del Valle y el Alcalde de Cali. Varios proyectos de la mayor importancia, como la creación del Área Metropolitana del Suroccidente y el Tren de Cercanías, serán pronto realidad.