Cuando dos personas se embarcan en una discusión el motivo generalmente es que existen puntos de vista distintos. En esas circunstancias las emociones pueden tomar el comando de la interacción, y la conversación puede desembocar en una serie de inculpaciones mutuas. En esas circunstancias las contrapartes, cada cuál en su propia orilla, suelen insistir en su visión muy personal de las cosas. La posibilidad de una discusión racional baja mucho cuando una persona no quiere escuchar la opinión del otro y se concentra en contradecirlo.

Para mejorar las probabilidades de un acercamiento, hay que entender que es un error tratar de convencer a quien no quiere ser convencido. Por otro lado, el silencio no arregla las cosas porque esa actitud pasivo-agresiva, se convierte en una nueva provocación.

No se deje provocar (mejor aún, no deje que la rabia sea el sentimiento predominante) por un comentario perturbador. Hay mejores alternativas para superar el tema de las mutuas inculpaciones.

Los siguientes son algunos de los factores que vale la pena tener en cuenta:

*Lo que más le interesa a la persona con rabia es ser escuchada y poder expresar lo que está sintiendo. Pero si la reacción a comentarios o actos conflictivos es más ira, la resolución del conflicto se aleja.

*Cuando una persona siente rabia, su frustración e indignación represadas por lo general tienen que ver con lo que dicha persona considera una injusticia, un abuso, o un maltrato.

*La descarga de sentimientos dolorosos, que se habían guardado por temor a la reacción del interlocutor, es lo que en comportamiento humano se denomina la catarsis.

*No se trata de determinar si lo que está diciendo en ese momento es correcto o incorrecto, justo o injusto, cierto o falso. En esos momentos es recomendable hacerle entender a la persona que así no comparta sus opiniones, la está escuchando con respeto y atención.

* El conflicto en las interacciones humanas es la regla, no la excepción, pero puede tener un valor enorme para la resolución de problemas, tanto nuevos como viejos. Escuchar con respeto y no dejarse provocar es el primer paso. Puede ser que los problemas no se solucionen en un comienzo, pero ayuda que al menos no sigan escalando. Hay que dar el tiempo necesario para que la persona se tranquilice y eventualmente pueda ver la situación de una manera más objetiva.

*El dolor y las circunstancias emocionales que generan una reacción aparentemente irracional y exagerada siempre tienen una causa. Por ejemplo, el origen de una reacción conflictiva vehemente y provocadora puede ser que la persona considere que sus necesidades no están siendo satisfechas.

*Siempre da frutos hacer un esfuerzo, así haya puntos de vista opuestos, para que la contraparte sienta que su interlocutor entiende su dolor, su rabia, y su indignación. Una vez la persona ve que la contraparte la escuchó con respeto, la comprendió, que no quiere hacerle daño, y que no está interesada en seguir el conflicto sino en resolverlo, entra en un estado anímico más proclive a una conversación menos emotiva y por lo tanto más racional.