Por primera vez en muchos años, o por primera vez desde el principio de los tiempos, veo que una Gobernadora del Valle trabaja en llave con un Alcalde de la capital. Lo que recuerdo es que estos dos nombramientos suscitaban peleas, rivalidades, protagonismo y fotos, en detrimento precisamente del Valle y Cali. Y me imagino que igual sucedía con los otros municipios. Cada uno a lo suyo y a ver quién brilla más, parecía ser el ‘slogan’, pero eso de trabajar juntos, nanay cucas.
Dilian Francisca Toro, una mujer de raca y mandaca. Una memoria prodigiosa. Una entrega total a su trabajo. Un conocimiento a fondo de las necesidades de este Valle insurrecto y violento. Ya lo demostró en su primer mandato. Como se dice en caleño “no se arruga ante nada”. Siempre la he admirado, como política y como persona. No ha sido fácil su trabajo. Recuerdo en su primera Gobernación cuando puso en cintura el Hospital Departamental a pesar de que los sindicatos ponían a la entrada un féretro con su ‘cadáver’ dentro. Ella igual entraba elegante y decidida, sin arredrarse por las amenazas.
Alejandro Eder ha demostrado ser un alcalde que tiene muy claro su plan de gobierno. Firme. Correcto. Conoce perfectamente esta ciudad y sus necesidades. También conoce muy bien la ingobernabilidad, característica de sus habitantes. Pero como se habla en el argot taurino “al toro por los cuernos”. Ya demostró en la COP 16 que Cali puede retomar ese espíritu cívico que tuvo. Lo mismo en temas álgidos como la seguridad, el tránsito, la educación. Ya la Plaza de Cayzedo no es un antro de drogos y prostitutas. Lo mismo el Bulevar. Son espacios de encuentro para disfrutar, dialogar.
Tiene muy claro que los ‘hinchas’, por no decir vándalos del fútbol, no la tendrán fácil. Los pondrá en cintura. Lo mismo con los atarvanes en motocicleta, los fleteros y todos los amantes del desorden, el latrocinio y la corrupción.
Pero para mí lo más importante es que Dilian y Alejandro estén trabajando juntos. Sin cartas al escondido. La misma meta, sacar adelante esta región con visión a largo plazo. Difícil tarea, lo sé, pero no utópica. Felicitaciones. Sí se puede.
Cambio de tercio. Hoy martes 24. Cada veo más sociedad de consumo y menos Niño Dios. El reno, la nieve y los pinos. Las vitrinas, la rumba y las luces le ganaron la partida al pesebre y a los villancicos. Los Reyes Magos están tras bambalinas, los adolescentes de hoy no tienen ni idea quiénes son.
Un día uno de mis nietos me preguntó -”¿Qué es Herodes?”. No supe qué contestarle, muy complicado explicarle que era un rey que había ordenado matar miles de niños para que no naciera un niño; cambie de tema.
Y ni nombrar al chulo del Arca, ni la paloma de la paz y eso del rayo de luz que no rompe ni mancha, y que hay tres personas en uno, ni se me ocurre porque me encierran por loca. En fin.
Sin embargo, creo más en ese nacimiento poderoso que en las vitrinas, no me gustan los pinos y Noel me parece un viejo verde que ahora con el ‘Me Too’ lo pueden acusar por querer acariciar niños y dejar que le toquen la barba. Peligra su trineo.
Para mí es un día sagrado porque es el aniversario de mi mamá. Mientras el Niño llegaba, ella partía esa mañana a su nueva dimensión. Le mando un beso y agradezco a la vida haberla tenido a mi lado y ver en mí algo de ella, sentirla cerca, más cerca cada día.