Una oyente del Corrillo de Mao, con quienes colaboro los viernes, me manda un mensaje donde dice, palabras más, palabras menos, que “ella y muchos otros votaron por Trump porque la gasolina está muy alta, la comida muy cara y todo está muy costoso”. A pesar de tener dos carreras y ser latina con residencia en los Estados Unidos, lo escogió a él porque les prometió “abundancia”, futuro sin afugias económicas. Obvio que la decisión del voto fue económica. Si se puede vivir materialmente mejor lo demás es secundario. El sueño americano es billete y quien lo ofrezca y lo garantice, tendrá seguidores. ¿A qué precio? No pregunte bobadas. Lo importante es el bolsillo.
Pero hay otra mirada que pide que la economía no siga siendo la columna vertebral de la humanidad. La naturaleza con toda su furia por el maltrato recibido por el hombre, empoderado como rey de la creación considerando que TODO está a su servicio, la calidad de vida de miles de ciudadanos deteriorada en un corre-corre por satisfacer necesidades económicas, el fantasma del éxito, la necesidad de poder y control, el deterioro de la salud emocional, entre otras razones, “todos a una” como Fuenteovejuna, están reclamando un cambio de rumbo donde la vida no se construya únicamente sobre un billete. Donde hay que desmitificar que la felicidad no la produce la casa en la playa, los 3 carros, los 8 relojes, los 24 pares de zapatos o una cuenta corriente llena de ceros. ¿Por qué nos volvimos robots en busca de bienestar económico? ¿Por qué seguimos engañándonos creyendo que lo tangible llena lo intangible?
Y como estamos buscando donde no es, la confusión es delirante. Nos enseñaron que los humanos somos materia, desconociendo la verdadera esencia. Un error histórico que ha generado gran parte de las dificultades que hoy se viven. Somos energía y por ello hay ítems o dimensiones humanas que no pueden llenarse con objetos materiales. Cualquier persona con un mínimo de conciencia (no de inteligencia) en algún momento de su vida ha experimentado el vacío, un hueco difícil de llenar que genera múltiples inquietudes.
Ese hueco no lo llena nada material. Y ese hueco, ese vacío, es el que nos está hundiendo como sociedad, como humanos, como conciencia. Trump y su estilo promete (y pretende) llenarlo… falacia que desencadenara, lastimosamente, más confusión, porque es una mentira. Los desequilibrios emocionales son infinitos y por ello se habla de una nueva pandemia: la salud mental. Es como intentar llenar un barril sin fondo: le introduce e introduce objetos y el hueco no se colma.
Por ello, intentar satisfacer al humano SOLO con objetos materiales, desde el consumismo, desde el tener y acumular, es hoy por hoy, el error mas catastrófico del mundo occidental. No es un problema de filosofía: es un asunto de vida o muerte. O seguimos en el camino del tener y pagaremos los efectos de la locura colectiva, o empezamos a cuidar al ser, la verdadera esencia del humano. La economía no puede seguir siendo la gran estafa del bienestar y la felicidad.
Sí, es posible que Trump lleve a su país a la cima del desarrollo económico pasando por encima “de lo que sea”. Armados hasta los dientes, ofreciendo felicidad en pastillas adictivas o envolatando la vida en esa carrera loca por el poder y el control, estaremos entonces siendo espectadores y participantes del desplome del mundo occidental.