A Colombia y al presidente Iván Duque les llovieron aplausos de la comunidad internacional por su política migratoria, que le ha permitido ingresar al país a millones de venezolanos que huyen de la miseria, el hambre, la falta de elemental asistencia de salud, la carencia absoluta de empleo, y de una inseguridad que se ha tomado todos los recodos de ese país.
Sin duda una política que contrasta con la adoptada por otras naciones como los Estados Unidos, así como los países que integran la Unión Europea y las mismas Rusia y China, que no admiten el ingreso masivo de extranjeros, tal como aquí se ha permitido.
La medida en sí reviste un acto humanitario sin precedentes, que seguramente continuará cosechando aplausos y toda clase de reconocimientos, pues constituye una salida humanitaria para todas esas atormentadas personas, que buscan con desespero una salida, que les permita por lo menos continuar con vida.
Pero lo que sí tiene que poner muy en claro el gobierno colombiano a la comunidad internacional, es que no está en capacidad de atender solo este complicadísimo problema.
El país no cuenta con empleos disponibles para proveer y tampoco con los recursos para proporcionar alojamiento, manutención y atención de salud a esa enorme cantidad de venezolanos, en donde muchos, en medio del desespero, acuden a la delincuencia para obtener los recursos que les permitan por lo menos comer.
Hoy contemplamos a los alcaldes de las principales ciudades de Colombia, padeciendo aprietos y presiones enormes de la comunidad, pues han visto esas ciudades invadidas por personas en el más completo abandono y expuestas a verse inmiscuidas en toda clase de situaciones complicadas, inclusive con el compromiso del orden público y del colapso de los sistemas de salud.
Los casos de asaltos a restaurantes y establecimientos públicos, no son más que una muestra de los alcances de esta situación desesperada.
Es por ello que queremos oír la voz de Colombia, para demandar del mundo entero la solidaridad con nuestro país en esta emergencia, pues Venezuela está, cada vez más, en dramáticas circunstancias y eso hace que el flujo de migrantes crezca todos los días de manera preocupante.
Es urgente colocar el tema en cifras y decirle el mundo entero cuánto nos cuesta atender esos migrantes y que inversiones es necesario hacer para asegurarles un mínimo nivel de vida.
Colombia está aliviando a Venezuela en este difícil trance, pero también le está evitando al resto del mundo una incomodidad muy grande, al no trasladarle la presencia de estos migrantes, razón por la cual hay que atacar el problema con la ayuda de todos.
No esperemos a mayores problemas de los que estamos padeciendo, pues nuestra sociedad va a reaccionar, con consecuencias que ya son previsibles.