A partir de este mes, la imagen del ratón Mickey es pública y esta liberación de los derechos de autor del que fuera el ratón más célebre del mundo, me parece una buena ocasión para celebrar a su autor: Walt Disney. O a su coautor, porque Ub Iwerks, el autor de la imagen, aclaró en su día que él había dibujado su ‘apariencia física’, pero que había sido Disney quien le había ‘dado el alma’.
En cualquier caso, le dio su voz. Desde el estreno en 1929 del corto de animación Steamboat Willie, protagonizada por el intrépido roedor, Walt fue quien le prestó su voz durante años. Esa mezcla le permitió a Mickey superar la enorme popularidad del Gato Félix, de Otto Messmer y Pat Sullivan, distribuido por Paramount a partir de 1919. Pero el éxito de Mickey no fue sino el primero de la cadena sin fin de éxitos que logró Disney a su fecundísima carrera.
Al ingenioso ratón pronto se unieron el perro Pluto y el pato Donald, protagonistas de un universo familiar animado por Daisy, la novia de Donald, el Tío rico McPato, Tribilín, los tres Chicos malos y su contraparte, los Tres cerditos. Personajes que captaron la imaginación infantil de generaciones sucesivas con tal fuerza de seducción que a duras penas lograron disputarla las mejores criaturas de otras factorías: Tom y Jerry, Bugs Bunny, el pato Lucas… Tales logros habrían bastado para que Disney pasara a la historia. Pero él nunca se dio satisfecho, siempre quiso ir más allá y abrir nuevos territorios a la imaginación.
En el cine lo logró con Blancanieves y los siete enanos, el primer largometraje de animación de la historia, estrenado en 1937, con Pinocho y Bambi y sobre todo con Fantasía, ese poema sinfónico y visual, estrenado en 1940 que, junto con La línea general de Eisenstein, son las dos mejores películas del Siglo XX. Tampoco estos logros fueron para él suficientes.
También hizo o produjo documentales naturalistas como El desierto viviente, y no tardó en incorporarse a la televisión, con programas como el Mickey Mouse Club o El hombre en el espacio, dedicado a la conquista del mismo, que popularizó la figura de Werner von Braum, el ingeniero que llevó Armstrong a la luna. La última etapa de la carrera de Walt Disney, tiene un nombre: Disney world, el primer parque de su estilo inaugurado en 1995, en California. Destinado, como los 14 que hoy están funcionando, a que sus usuarios puedan vivir en carne propia sus fantasías.