Hago referencia hoy a un par de inspiradoras leyendas, para que cada lector las analice y saque sus propias conclusiones. Pero sobre todo, para que no procrastinemos más nuestras decisiones y emprendamos ya acciones concretas.
La primera leyenda es la del Ave Fénix, proveniente de la mitología griega. Con su simbolismo nos inspira hacia la esperanza y la regeneración. Es un ave milagrosa que al sentir la muerte, se dispone y se prepara con total serenidad, para después de arder en llamas, resurgir incólume y vigorosa de sus propias cenizas.
Recuerdo tristemente como nuestra amada Colombia ardió en llamas durante el paro guerrillero de 2021. Meses después tomó una ingenua y pésima decisión al escoger en las urnas a Gustavo Petro como presidente. Ahora, con el apoyo y las acciones concretas de todos los colombianos, como las multitudinarias marchas pacíficas del pasado domingo 21 de abril, Colombia renacerá muy pronto como el Ave Fénix.
Fue increíble sentir el egregor emitido por cientos de miles de colombianos de todas las edades, estratos y condiciones sociales, concentrados en un propósito colectivo de visibilizarnos masivamente en pro del bienestar futuro de nuestro país y en contra de un nefasto gobierno que desea a toda costa perpetuarse en el poder.
La segunda leyenda tiene un enfoque más personal. Normalmente en la adultez temprana los individuos establecen y desarrollan sus carreras laborales o empresariales, constituyen relaciones de pareja y consolidan una vida independiente, sin hacerse mayores cuestionamientos sobre el verdadero significado de sus vidas.
Cuando se llega a la adultez media se inicia un proceso de cambios físicos y emocionales naturales en el ser humano. Algunos individuos que llevan años trabajando para alguna compañía, deciden retirarse de sus empleos e iniciar una empresa propia; y otras personas que han sido empresarios por años, deciden dar un paso al costado de sus organizaciones e iniciar la exploración y búsqueda de nuevas experiencias.
Se dice que cuando un águila siente el menguar de sus fuerzas, decide retirarse sola a un lugar alto en las montañas, donde permanece por varios meses, durante los cuales golpea fuertemente su pico contra las rocas hasta que logra arrancárselo por ella misma. Ya con su nuevo pico se despoja de sus garras y de sus plumas en mal estado y espera a que se renueven por sí solas. A los meses, la adulta águila renace con un nuevo pico fuerte, con unas garras poderosas y con un nuevo frondoso plumaje, renovando así su fuerza, su vigor y su vitalidad.
El adquirir una mayor edad no es sinónimo de debilitamiento, es sinónimo de experiencia, de mayor determinación y de sabiduría. Existen hoy muchos jóvenes que no viven, que sobreviven aferrados a los medios digitales, solos y a merced de la inteligencia artificial, de lo cual hablaremos en la próxima columna. Y también existen muchos adultos que se mantienen jóvenes, tomando distancia de tantos paradigmas sociales y con ganas de no desperdiciar ni un segundo de la vida que les queda.