Hasta el 22 de este mes, el Bulevar del Río Cali estará lleno de palabras que se juntan, juegan, se unen y se separan para contarnos historias, para enseñarnos, para que recordemos tiempos pasados, para que nunca olvidemos, para conocer mundos nuevos y horizontes no imaginados.
Porque solo a través de las palabras escritas, podremos ser libres.
La pasión por leer nos abre el camino hacia el conocimiento, y el conocer nos permite pensar, discernir, escoger, tener metas, soñar, despertar en el alma la pasión por la lectura. La diferencia entre la persona que no lee y la que sí lo hace es trágica. La primera no vive sino una vida, ‘la que le tocó vivir’, y la otra vive muchas vidas, porque cada libro, cada personaje, cada paisaje nuevo, diferente, lleno de emociones, de angustias y de ilusiones distintas, lla levan a seguir otros mundos, y de alguna manera, a conocerse más a sí mismo.
Desafortunadamente, una tendinitis inoportuna me impide recorrer el Bulevar, escuchar, curiosear libros nuevos, escarbar, aprender. Mis compañeros de reposo han estado a la altura, Umberto Eco y William Ospina… Me siento privilegiada.
Eco con La Memoria Vegetal, las palabras primero impresas en papiro y en trapos, hasta llegar al papel y el libro. Como dice en su contracarátula: “El libro es un seguro de vida, un pequeño anticipo de inmortalidad”.
-”Qué hermoso un libro que ha sido pensado para ser tomado en la mano, en la cama o una hamaca, donde no hay enchufes eléctricos. Qué hermoso el libro que soporta anotaciones, esquinas dobladas, que lo podemos abrir o abandonar cuando queramos”. “No se lee solo con el cerebro, se lee con todo nuestro cuerpo y, por eso, con un libro lloramos, reímos o se nos ponen los pelos de punta, si es de terror”. Leyendo descubrimos que también tenemos alma.
Y William Ospina con ‘Pondré mi oído en la piedra hasta que hable’, me regala en esa prosa perfecta, fuerte, vibrante, como cuerdas de violín, la historia de Humboldt y Bonpland, enamorados del universo, porque sabían “que en cada piedra habitaba la historia de un volcán y cada musgo era el mensajero de un bosque”.
Porque ambos sabían que “la naturaleza no es la suma de fenómenos aislados, sino una totalidad en la que cada cosa depende de las otras. Si la vida persiste es porque no es un caos de cosas dispersas, sino un orden perfectamente entrelazado. No es independiente, no se puede entender cada cosa en sí misma, sino en relación con las otras”.
Dos libros alucinantes, mientras el tendón se desinflama, las horas y los días vuelan, así como mi imaginación se pierde y entre esas páginas llenas de magia, de sabiduría y de emociones únicas.
Me perdí el Bulevar de palabras, pero encontré entre los estantes estas dos joyas que me estaban esperando con paciencia. Llegaron en el instante que más las necesitaba, llevaban silentes meses, pero creo que estaban esperando el momento del rescate.
Felicitaciones a Paola Guevara, arrolladora, inteligente, creativa. Felicitaciones. María Fernanda Penilla, siempre entregándose al máximo para llevar a cabo esa oportunidad única de expandir la cultura y hacerla incluyente y al alcance de todos.
La libertad está en los libros, regálense la oportunidad de vivir mil vidas, de sentir emociones jamás imaginadas. El horizonte no tiene fin. Yo sentí el calor agobiante del Orinoco, el frío de la nieve eterna del Cotopaxi, toqué las aguas cristalinas de las playas de La Habana, me enamoré de los helechos gigantes, subrayé y doblé páginas. Todo desde el reposo obligado, gracias a las palabras escritas, a los libros y al papel.