Nuestras ciudades son, comparativamente, pequeñas. Cali, Medellín y Barranquilla se extienden 20 km. La gran Bogotá es el doble y todas las demás de allí para abajo. Esto quiere decir que si pudiéramos atravesarlas a una velocidad constante de 40 km/hora, nos tomaría media hora. Un plan que nadie se atreve a tener. Un país pobre no tiene los recursos para una red de metro de gran velocidad ni autopistas libres de cruces. Así que moverse eficientemente, es un sueño imposible, lo que representa una pesada carga a la productividad.

Pero, ¿qué pasaría si en vez de movernos en cajones metálicos que pesan casi una tonelada y usan el 98% de la energía para moverse ellos mismos, fuésemos capaces de movernos en vehículos livianos eléctricos que no sean las armas letales que causan 7.000 muertes cada año? Podemos fabricar un carro ultraliviano con estructura blanda, con interior sencillo concebido para moverse en tiempos cortos y no para pasar horas en trancones, con motores eléctricos acoplados directamente a una o dos ruedas. (Idea que hizo rico a Elon Musk con su Tesla). Un vehículo así es mecánicamente simple y hay en el país la capacidad para fabricarlo. Las ciudades se transforman gradualmente para este tipo de transporte con menos cemento, menos megaobras, más verde, menos ruido, menos contaminación. Al ser livianos y bajos, los cruces son infinitamente menos costosos y sencillos de hacer, y se eliminan gradualmente los semáforos. Se impulsa toda una industria nacional de transporte ciudadano. En vez de gastar enormes sumas haciendo grandes avenidas y puentes, importando carros cada vez más grandes y pesados o costosos buses y vagones de servicio público, que dejan a las ciudades y el país endeudados por siglos. Muchas ciudades del mundo se están devolviendo de un modelo que ni siquiera tuvimos cómo implementar.

Lo que requerimos son ciudades muy arborizadas, con vías pequeñas, de baja inversión para vehículos livianos, con muchas intersecciones a desnivel, con exclusivo tráfico eléctrico, que incluya bicicletas, electromotos, todos con máxima velocidad de 40. Los carros tradicionales y demás vehículos pesados se van restringiendo gradualmente hasta llevar a que sean solo para transporte intermunicipal o ejes viales. La solución de transporte público masivo no solo es arruinante para la comunidad, que sufre un notorio deterioro en su calidad de vida, sino que no funciona cuando se hace a medias, porque no hay recursos, como lo han demostrado los Transmilenios, Míos y otros cuyos resultados han sido desastrosos.

La gente se defendió con las motos que sin ningún control han creado desorden y mortandad sin precedentes. La mezcla de los dos tráficos y la nula inversión en educación es responsable de una de las tasas de accidentalidad más altas del mundo. En cambio, vías exclusivas para eléctricos ultralivianos en una ciudad amable, sin contaminación ni ruido ni muerte, es un sueño del que hay que despertar para ir a encerrarse en un cajón metálico una o dos horas para recorrer 10 km. Con alianzas público-privadas, Cali podría ser ejemplo para Colombia: tiene la base industrial, la geografía y el clima perfectos. Solo falta visión y voluntad.