La reciente firma de acuerdos de cooperación económica con China ha sido respondida por el centralismo bogotano, como suele hacerlo: todo para mí. Me refiero específicamente a las previstas inversiones chinas en la construcción de ferrocarriles en el país que, ciertos comentaristas, quieren que se realicen ante todo en beneficio de Bogotá.

Defienden que dichas inversiones se hagan en función de unos supuestos estudios que priorizan la construcción de una línea férrea entre Bogotá y Medellín, otra en la meseta cundiboyacense y citan vagamente al tren que uniría a la capital con el océano Pacífico. También hablan de su metro. Pero no han dicho ni una sola palabra con respecto al tren Barranquilla – Buenaventura, propuesta por el presidente Petro por primera vez durante su campaña electoral y reiterada por mí en esta columna en numerosas ocasiones.

Yo no dudo que los trenes mencionados por esos comentaristas carezcan de importancia, pero creo que ninguno de ellos tiene la importancia estratégica ni acarre los enormes beneficios económicos y sociales que trae consigo el ferrocarril que una a la Arenosa con nuestro principal puerto en el Pacífico. Ninguno otro le puede superar en importancia por la sencilla razón de que une a los dos océanos, con lo que supone esto desde el punto de vista del comercio marítimo internacional, e interconecta, por medio del sistema de transporte más eficiente y menos contaminante, regiones de extraordinaria relevancia económica y política.

A Barranquilla, Medellín y Cali, igual que a Pereira y Manizales, les ofrece un poderoso estímulo a su deseable reindustrialización. Como ofrece también un estímulo nada desdeñable a las actividades agropecuarias realizadas a todo lo largo de la cuenca del río Cauca. Nuestro río. No hay que olvidar tampoco que, desde el punto de vista técnico y de costos, este ferrocarril tiene la ventaja de que en la mayor parte de su largo recorrido asciende o desciende siguiendo la pendiente natural del río Cauca.

Ahora bien, si pensamos en grande y vemos más allá del día de mañana, podemos atrevernos a proponer que este ferrocarril se convierta en una de las columnas de un auténtico sistema ferroviario, la otra sería la modernización del ferrocarril de Bogotá a Santa Marta y su prolongación hasta Neiva. Lo cerrarían en el norte la unión férrea de Santa Marta con Barranquilla y Cartagena y en el sur la de Neiva con Cali.