Un tema central de la Ciencia Política es el de la participación de los diferentes sectores de la sociedad en la formulación de políticas públicas y en el proceso gubernamental de decisiones.

El ejemplo de cómo se establece el salario mínimo es un buen indicador de qué tan democrática es la sociedad. La elaboración de un plan nacional de desarrollo y del presupuesto correspondiente también son indicativos de la calidad de la vida democrática. Y todo el proceso de elaboración de las leyes supone una amplia participación. Entre nosotros, hasta las decisiones de las Altas Cortes cuentan con procedimientos que invitan a la participación, uno de ellos las audiencias públicas que van más allá de los alegatos de las partes.

Colombia, a partir de la Constitución de 1991, ha tenido una amplia democracia participativa. Sin duda, requiere correctivos, por ejemplo, en los procesos de rendición de cuentas. Infortunadamente, no se han aplicado estos procedimientos participativos para la lucha contra la corrupción. Los más efectivos se cometen o continúan en la penumbra. Y las prácticas corruptas nos agobian cada día más. ¡Quién lo creyera! Los protagonistas de grandes escándalos repiten sus corruptelas y se han documentado casos en los cuales buscan divulgar esas prácticas. Es de no creer. Y las más elementales recomendaciones para la lucha anticorrupción se anuncian y bien pronto desaparecen. Ya ni se recuerdan. Y escribir sobre esta materia es, realmente, perder el tiempo. Inútil y hasta ingenuo.

Estas reflexiones vienen al caso porque se han anunciado unos cambios en la dirección del Consejo Gremial. Siendo la principal organización empresarial, pues es necesario referirse a ello porque el Consejo y los gremios que lo componen son los responsables del proceso de participación de este vital sector de la sociedad colombiana. Inconcebible una democracia auténtica sin la participación efectiva, constructiva, alerta, de los gremios empresariales.

¿Cómo debe ser esa participación y tiene, acaso, temas vedados? Por ejemplo, una situación como la planteada por el Presidente de la República al no condenar los actos brutalmente terroristas del grupo Hamás, ¿constituyen un tema vedado que el Consejo Gremial no debe considerar? ¿Acaso, no tiene consecuencias de ninguna índole para la vida política y económica del país? El expresidente Gaviria ha presentado unas reflexiones al respecto en una columna publicada en El Tiempo el 13 de diciembre. En los actos ostentosamente violatorios del derecho del orden internacionales promovidos por el Presidente Maduro para apropiarse de una porción del territorio de un pequeño país vecino, ¿tampoco tienen significación alguna para Colombia? ¿La integridad del territorio, tampoco tiene significado alguno? ¿Los incidentes que al respecto hemos tenido con Venezuela, las Comisiones negociadoras que han funcionado durante más de medio siglo, para considerar el tema, también son irrelevantes?

Así podríamos seguir enumerando temas nacionales e internacionales que sería legítimo esperar que fueran asuntos de reflexión y de planteamientos para el Consejo Gremial. Y, hay que decirlo, para los partidos políticos, las corporaciones elegidas que, ¡oh sorpresa!, parecen no tener nada qué ver con los grandes problemas de la vida internacional de Colombia y mucho más de su vida doméstica.

Muy difícil que una sociedad democrática pueda funcionar apropiadamente con silencios tan significativos y tan reiterados. La cautela y la prudencia permanentes no son siempre las mejores consejeras. Eso sí, hacen muy cómoda la vida.