Hace una semana, la historia del exarquero de Patriotas de Boyacá, Carlos Chávez, se hizo viral. “Exarquero de Patriotas que mandó al América a la B, hizo dura confesión: Tuve hasta problemas con familiares”, se leía en los titulares, después de una entrevista que Carlos le concedió al portal Bolavip.

Cuando leí el titular, recordé lo primero que me aclaró Carlos en la sala de su apartamento al norte de Cali, cuando lo visité tres días después de ese partido disputado el 17 de diciembre de 2011, y le seguían llegando amenazas a su celular. “Yo no envié al América a la B. Fue un cúmulo de muchas situaciones y no soy el responsable. Pero me tocó lanzar el penal”.

Aquella tarde conversamos de ese partido definitivo. América comenzó ganando con un gol de Jairo ‘El Tigre’ Castillo – gran amigo de Carlos – y el estadio enloqueció. Con ese gol, América espantaba la amenaza del descenso.

Carlos, en la cancha, experimentó un sentimiento extraño: cuando le anotaron se emocionó al ver el estadio celebrando. Se emocionó, sobre todo, cuando sintió que el terreno de juego temblaba mientras de las tribunas bajaba un canto unísono: “Hay que saltar, hay que saltar”.

“Fue un momento muy largo, el de la euforia de la gente. Uno sabe que la del América es una de las hinchadas más grandes y estar en el otro bando siempre es complicado”, decía.

Después Patriotas empató, la definición del partido se fue a los penales y Carlos debió lanzar el último con el que Patriotas venció al América. Cuando salió del estadio, vio que en el celular le habían dejado amenazas: “de este diciembre no pasás”.

“A los aficionados quiero decirles que yo también soy hincha del equipo, que yo entiendo que estén enojados por lo que pasó, pero no soy el responsable. Me tocó a mí, pero le pudo haber tocado a otro. Son momentos del partido. El América está así por las malas administraciones y a mí me duele que esté en la B. Pero tengo que ser agradecido con Patriotas, el equipo que me dio la mano cuando salí de América”, contaba Carlos en la sala de su apartamento.

Carlos Chávez nació en Cali el 7 de agosto de 1984. A los 8 años fue a probar al América. Entró a la categoría gorriones. Eran más de 100 jugadores, pero solo dos jugaban de porteros. Entonces su padre, un futbolista frustrado, le dijo: métase de arquero. De los tres, solo Carlos permaneció en el equipo. Estuvo en las categorías gorriones, preinfantil, infantil, prejuvenil, juvenil, primera C, reservas, hasta la profesional. Con América debutó contra Real Cartagena en 2005.

Un par de años después llegó a la dirección técnica Diego Umaña y le prometieron que sería el segundo arquero. La oportunidad no se dio. Entonces Carlos sintió la necesidad de jugar, salir. Se fue para Patriotas, después al Inti Gas de Perú, volvió a Patriotas y el destino lo llevó a estar frente a su equipo para anotarle un gol doloroso, uno que le sacó lágrimas a él y a los hinchas. Carlos terminaba de contar esa historia.

Nunca me imaginé que iba a vivir ese momento. Yo les decía a mis compañeros que iba a tapar dos penales, para que ellos los hicieran todos y no me tocara definir a mí. Siempre soy el que termino las series de penales. Cuando entré al camerino lloré mucho. Mis compañeros decían: levántate que subimos a la A, celebrá, recordá lo que te hicieron, no te dieron la oportunidad. Me estaban dando ánimo, pero no asimilaba el triunfo.

Me acuerdo que cuando el penal de ‘El Tigre’ Castillo pegó en el palo, el estadio quedó tan callado que Jairo gritó “¡noooooo!” y el grito se escuchó. En el partido yo les gritaba a mis defensas y no escuchaban nada, por la gente.

Después de ese penal me quedé sentado, pensando: me tocó a mí definir. Y la gente callada. Yo puse el balón en el punto penal, le di la espalda al arco y miré al Barón Rojo, también callados. Y yo dije no, voy a pegarle como siempre pateo. Y gol.

No me arrepiento. Era lo que tenía que hacer. Respetar a la gente que me ha dado de comer todos estos años. Y sé que ahora es difícil regresar al América, pero quiero volver. Siempre, de niño, me visualicé peleando cosas grandes con el equipo”, decía Carlos, quien no pudo cumplir ese anhelo de regresar al equipo que ama.

En su Facebook le escribieron días después del descenso de América: “sos un profesional”; hinchas que entendieron que en la vida de un futbolista primero está la carrera y después, mucho después, el corazón.