En esta semana que termina se presentó un hecho histórico en el turismo del Pacífico colombiano: a las 7.30 a.m., del miércoles 22 de noviembre, arribó a Buenaventura el MS Hamburg con 320 turistas, en su mayoría alemanes y suizos. Arribaron al muelle de la Sociedad Portuaria Regional de Buenaventura, disfrutaron de las expresiones musicales, cantaoras danzaron currulaos y contradanzas al son de tamboras y marimbas de chonta. Disfrutaron tragos de viche y salieron hacia la exuberante reserva natural de San Cipriano para apreciar la generosidad de la naturaleza, la riqueza de fauna y flora estimulada por las aguas transparentes.
Se gozaron la fascinante gastronomía autóctona, los sudados de jaiba y piangua con arroz con coco y tostadas de plátano; fueron atendidos con la auténtica amabilidad de las gentes del Pacífico, siempre acompañados por la infantería de Marina y al final regresaron al barco para salir rumbo al Ecuador a las 8:00 p.m.
¿Cómo se logró esta visita trascendental? Fue fruto del trabajo mancomunado de varios años del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, Procolombia, Fontur, la Secretaría de Turismo de la Gobernación del Valle y la Alcaldía de Buenaventura. Qué gran ejemplo dieron al trabajar unidos para conquistar un sueño: darle visibilidad internacional al inmenso potencial turístico del Pacífico colombiano.
Pero mientras los turistas del crucero hacían el recorrido, el director de Blu Radio, Néstor Morales, entrevistaba a Andrés Felipe Mesa gerente de Cruceros Agencia Tours Travel & Logistics. Todo el tiempo el tono y el enfoque de la entrevista era sobre ¿cómo se les había ocurrido traer estos turistas a Buenaventura? Doy ejemplos textuales de la transcripción que hice de las preguntas: “¿Por qué los traen a Buenaventura? ¿Cuál es el atractivo que les venden a estos turistas?”.
“¿Ustedes les dijeron a los señores alemanes, los vamos a llevar a que vean la ciudad más emproblemada, allá están Los Shottas y Los Espartanos? Esa es la ruta de los carteles del narcotráfico, allí se están matando sin ninguna misericordia. ¿Ustedes van a meter a la gente allí, arriesgando la vida también de estos turistas?”.
“¿Ustedes le dijeron a los turistas cuál es la situación de Buenaventura? ¿Ellos firmaron un ‘disclaimer’?”.
“Aquí nadie va a pasar vacaciones a Buenaventura, ni usted ni yo ni nadie pasaremos allí un fin de año”.
Las respuestas del operador Mesa fueron impecables. Además del profesionalismo en su contenido, actuó como el mejor de los bonaverenses, destacando las diferentes potencialidades de Buenaventura, paisajística, humana, gastronómica, cultural, su malecón, etc. Tanta serenidad y seriedad que le pusieron a esta actividad naviera fue dejando a Morales sin argumentos y en el aire la sensación de tristeza de cómo un periodista puede pretender enlodar las esperanzas de una actividad económica, que como los cruceros en este litoral, serán fundamentales para que el Pacífico pueda ganar competitividad internacional.
El operador Mesa se despidió de la entrevista con la siguiente frase: “Démosle un mensaje al mundo: la primera forma que tenemos todos los colombianos de salir de este estigma que tenemos es mostrar lo bueno y no encasillarnos en lo malo. Obviamente, hay problemas, pero podemos trabajar mostrando lo bueno”. Y eso se hizo este 22 de noviembre.
Los turistas salieron para Manta, Ecuador, a la hora acordada. No hubo ningún problema. Solo una grata sorpresa por lo que apreciaron con todos sus cinco sentidos. Tal vez el único inconveniente fue la dificultad del intérprete para traducir los nombres de las provocativas bebidas artesanales: “Arrechón”, “Tumbacatre”, “Caigamos juntos” o “Pipilongo”. Los visitantes solo se reían y decían al unísono: “¡Volveremos pronto!”.